23 junio 2009

Aviso III

Por última vez quiero dejar esto en claro: soy una mujer felizmente casada y muy enamorada de mi marido. Así que a todos aquellos que día a día me escriben vía e-mail o celular, me mandan cartas al correo, espían mi casa, mi blog y facebook, inventan patrañas para separarme de mi amado, y definitivamente quieren tenerme o poseerme, a todos ellos quiero decirles que me dejen en paz. Y, por favor, no sigan torturando más a mi amado, que en este preciso momento está pasando por un tremendo dolor interior, y a quien mando un saludo a la distancia.
Amor: ya boté todos los peluches y cartas, y vacié la papelera. Te quiero.


22 junio 2009

El Invierno Más Crudo

El frío que siento debe ser bastante menor que el que sintió Paula Fox durante su estadía en Europa en 1946 y que aparece claramente retratado en El Invierno Más Crudo, el primer libro que leí del embarque que me llegó de Buenos Aires. Porque aunque no estoy sumergida en el invierno "más duro de los últimos 20 años" ni sólo tengo un abrigo prestado para taparme, aún así estoy pasando el invierno más crudo de mi vida y ni siquiera los lindos guantes que me regaló Víctor ni el precioso chal que me dio Roque han logrado calentarme como lo hacía mi antigua calefacción.

Calefacción querida, que llenaba de calor cada rincón de esta gran casa, y que ahora, tras un accidente casero ha dejado de funcionar, y ha sumergido a mi familia en un estado de gran congelamiento, del que sólo podremos salir cuando ésta vuelva a funcionar. ¿Cuándo volverás a este hogar?

Mis niños llegan del colegio y se encuentran con una casa, pero no con un hogar. Es un lugar frío, donde sólo hacinándonos en una pieza logramos entrar en calor. En la noche cada uno con su guatero, como niños dickensianos logran llenar sus camitas con un poco de calor. Pero lo peor son las frías mañanas en este escritorio, donde con los dedos congelados apenas ha podido escribir. Algunos días, cual JK Rowling he partido al Starbucks en busca de café y calor y es ahí donde más he podido trabajar. Pero no es tan cómodo como mi mesita de cuero, donde están mis libros, mi impresora y la tranquilidad del hogar. Ni tan seguro (porque es bien sabido que los robos son muy altos en los cafés con internet).
Oh, calefacción querida, ¿cuándo volverás a mi hogar?

Me llama mi hermana para hablarme de la Toyotomi y una amiga me recomienda la estufa Kerona. Pero yo no quiero parafina, quiero mi calefacción central, que calienta baño, piezas y cocina, que me permite caminar descalza y usar mini camisas de dormir. ¿Dónde estás calefacción? Mientras espero su llegada forro a mis niños con chalecos y cuellos, compro guateros de mano, pies y cuerpo, tiro chales sobre las camas y me paseo con mis guantes y mi echarpe de artesanías Chile por toda la casa.

Oh, calefacción querida, vuelve pronto a este lugar.
Que tu ausencia ha enfriado mi casa, mi cama y mi corazón.
Ha congelado a mis niños, a mis amigos y mi razón.
Me ha vuelto fría, distante y tonta.
Cesante, aburrida y abúlica,
gélida, antipática y casta
como nieve virginal.

18 junio 2009

Aviso II


Noticia de último minuto: El mini taller de este viernes se realizará en la casa de Margarita. A la misma hora. Terrazas de Providencia inundadas. Favor traer las copias para los demás integrantes. No se recibirán textos por correo electrónico. Ni tampoco participantes sin escritos propios. Nos vemos.

17 junio 2009

Aviso


Viernes. 6 de la tarde. Mini taller en la las terrazas de Providencia. (Si llueve, se hará en el interior). Los espero. Lleven sus copias.

Ah, y feliz Bloomday a todos los seguidores de Joyce. Espero que tengan un lindo día (y contesten el quiz de The Guardian).

Y a los demás, que tengan una linda semana. Que no se enfermen. Ni pasen frío.



11 junio 2009

triste/feliz


El día anterior a mi cumpleaños amanecí medio triste. Pero al rato me llegó vía correo una encomienda que había encargado a Buenos Aires: El invierno más crudo, de Paula Fox, con parte de sus memorias juveniles y volví a sonreír.

Medio feliz salí de mi casa, pero sin darme cuenta choqué el auto con el portón y volví a ponerme triste. Además de malhumorada. Mientras intentaba arreglar el portón (que se había descarrilado) apareció mi abuela por la calle. Me traía unos chocolates, unas malvas y unas gomitas. Justo lo que necesitaba. Entonces volví a sentirme feliz.

Con mis regalos en el auto, me dirigí a hacer unos trámites, y de nuevo me entristecí. Y me quedé triste por varios días.

Aunque a ratos volví a ser feliz, como cuando me junté con mis amigas del colegio a celebrar mi cumpleaños en el Sushihana y me llenaron de regalos maravillosos y cuentos sabrosos. O cuando mi hijita ganó el primer lugar en el campeonato de atletismo y yo sentí que todo el sacrificio (la levantada a las 6 de la mañana, cargar con los chales para el frío en el estadio y preparar café para no congelarme) había valido la pena. O cuando mi hombre, sabiendo cuánto me gusta leer, me trajo de regalo el último libro de la Siri Hustvedt -Elegía para un americano- y En el café de la juventud perdida, de Patrick Modiano. O cuando mis amigos me celebraron en el Olán con nuestros clásicos pisco sours catedrales. O cuando descubrí que un admirador secreto había creado un blog en mi honor -un blog bastante subido de tono, y por eso no puedo compartirlo- que me ha hecho muy feliz.

Pero a ratos vuelvo a estar triste. Y sin darme cuenta se me ensombrece la cara. Por el polerón que perdió mi hijo en el colegio, por el saludo que no recibí, por la amiga que no se acordó de llamarme, por el otoño y sus tristes hojas, por la maldad de la gente, por distanciarme de las personas que quiero, por perder el tiempo, y por no tener tiempo. Por todo. Y también por nada.

Sé de varios amigos que están igual. Como maníaco depresivos. Para algunos funcionan los ansiolíticos o los levantadores de ánimo. Yo nunca los he tomado ni tampoco he ido al siquiatra. Así que vivo mi tristeza a fondo, con llantos inesperados y penas profundas. Y luego exploto de alegría inmensa cuando estoy con mis hijos y mi amado, o me como un chocolate en el clóset o me avisan de un artículo que me van a publicar.


02 junio 2009

pura ficción
















él perdió su chaqueta y las llaves del auto

a ella le dijeron maraca y luego beata y mojigata

ella bailó calle 13 y the cure con sus amigas

lo besó en la pista de baile y le dijo que lo amaba

le prestó su rouge a una mina en el baño

y luego vio a la mina besando a dos hombres distintos

él casi se agarra por celos

ella empujó a su amiga cuando la llamó maraca

ella quería irse pero no tenía las llaves

y él quería quedarse y hacer un escándalo

ellos se amaban en la pista de baile

y también se celaban y a ratos se odiaban

la mina del baño le preguntó por su vestido

es viejo, le dijo

el de ella era arrendado

ella tomó tres vodkas para armarse de valor

él tomó cinco para hacerse el valiente

a ella los vodkas sólo la alegraron

a él lo pusieron furioso

celoso

celópata

morboso

y violento

a ella le cantaron feliz cumpleaños

con una vela en medio de unos pasteles

y él la abrazó cariñoso

y sus amigas la besaron a pesar de la gripe porcina

y la mina del baño casi la bota de puro borracha

con los labios pintados con el rouge que ella le había prestado

ella quería irse pero no tenía las llaves

las tenía la mina que la había llamado maraca

pero no encontró la chaqueta

ni tampoco la linda corbata

y ella se fue manejando y conversando con una amiga

mientras él dormía borracho en la parte de atrás

ya era de día

y había terminado su cumpleaños

mientras en la fiesta algunos seguían bailando