17 agosto 2010

Un poco de mí...

Queridos seguidores, lamento tenerlos tan botados, pero mi vida se ha convertido en un carro de montaña rusa -de esos carros que sólo paran en la noche- y no he tenido ningún segundo libre para escribir ni pensar en este blog. Ya me lo han reprochado algunos amigos, y prometo seguir en algún momento, pero por ahora van a tener que conformarse con tenerme a medias hasta nuevo aviso.

Si me preguntan  en qué he estado. Les diría que principalmente dedicada a mi familia -porque hace ya un mes que partió la que era mi nana rumbo a su añorado Perú y me dejó más sola que un dedo- y a los estudios y trabajos universitarios -en los que, por suerte, me ha ido de lo más bien-. También me fui unos días a Buenos Aires con mi amado -unos días maravillosos, sólo dedicados al amor, la comida y el arte- de donde traje más libros para leer o mejor dicho para guardar para cuando los estudios me dejen leer algo que no sea Barthes, Derrida o Kristeva. Pero no me quejo, quejarse es tan de medio pelo, ¿no? Sólo sonrisas en mi cara blanca invernal.

Además he andado de lo más sibarita, debe ser por este invierno tan frío que me ha hecho engordar como 4 kilos y por las malditas facturitas argentinas que comí en Buenos Aires y que sigo comiendo acá. De hecho llevo cuatro días seguidos yendo a tomar café (y estudiar) al Sabor de Buenos Aires, lugar que me tiene adicta a sus croissants y muffins, y que por el momento me han hecho olvidar los brownies del Ona y de la Chakra, y que me ha llevado de vuelta al barrio de la Plaza Las Lilas, donde tantas tardes pasé junto a mi amiga Vero cuando nuestros niños eran unos preciosos y rosados bebés de pecho  y nosotras, unas veinteañeras y cotorrientas madres primerizas.

A mis amigos los he visto por chorreo. Uno que otro almuerzo con amigas, uno que otro cafecito por aquí o allá, una que otra comida en la noche (cuando me he conseguido con quién dejar a mis criaturas amadas). El otro día, por ejemplo, fui a comer al Baco. Qué delicia, qué compañía. Y también he pedido sushi para compartir con amigos en mi casa. Y por supuesto he salido a comer con mis cachorros y a ver muchas películas (ahora instauramos el sábado de película familiar), y la verdad, es que hemos gozado.

También he estado haciendo orden: regalando, reciclando, guardando, y haciendo muchos arreglos en la casa, de los que ya les contaré. Pero ahora tengo que volver a estudiar. Y luego a escribir. Y luego a salir a caminar. Rumbo al Sabor de Buenos Aires o cualquier cafecito que tenga croissants. Los quiero. Y les dejo mi último artículo, por si no lo leyeron, sobre Enid Blyton.