28 junio 2008

Plaza Perú se queda sin sol

Aunque según mi vecina soy una "aparecida" en el barrio El Golf, lo cierto es que vivo en este sector hace más de 12 años. Doce años en los que me ha tocado ver cómo han botado casas y construido enormes edificios de lujo, cómo han transformado y eliminado plazas, cómo han adoquinado calles y también cómo, de a poco, la Municipalidad se ha encargado de dejar sin sol y con mucha sombra a los habitantes de este sector.

Porque como el barrio El Golf es el más caro de Santiago, quienes compran terrenos aquí buscan sacarles el mayor partido a su inversión y para eso construyen los edificios más altos del mercado, edificios que no dejan ver el paisaje y que se roban día tras día la tan necesaria luz solar.

Hoy al mediodía llevé a mis niños a la Plaza Perú -una plaza que hace unos años fue completamente remodelada cuando se hicieron los estacionamientos subterráneos- y casi me muero de frío cuando por años esa plaza ha sido el epicentro del calor y del sol. Claro, ahora frente a ella construyeron un enorme edificio -el Territoria 3000- que no deja pasar la luz solar y que dejó convertida a la Plaza Perú en un lugar frío, húmedo y oscuro, donde ya no se juntan los viejos a conversar ni los niños a jugar, y donde hoy al mediodía sólo estaban mis hijos y yo, además de un par de adolescentes medio carreteados.

Por años mis niños visitaron esta plaza entre abril y octubre porque el resto de los meses era muy calurosa, y en verano íbamos a la plaza grande que está frente a la Iglesia El Golf, que con sus largos árboles nos ayudaba a capear el calor. Ahora tienen dos plazas sombrías, ideales para los días calurosos, pero que durante el año son imposibles de resistir. Y la culpa de todo la tiene la Municipalidad de Las Condes, que cree que poniendo más juegos de plástico los niños van a ser más felices, cuando lo que todos buscan es un lugar agradable para estar, un lugar calentito para andar en bicicleta o patinar, un lugar para dejar al viejo abuelo tomando sol y a la guagua mirar desde su coche; un lugar que no era perfecto ni bonito, pero que servía para pasar una agradable mañana de plaza, y que ya nunca más volverá. Good Bye, Plaza Perú, que la sombra te acompañe. Y por favor, alcalde De la Maza, cuide más a sus vecinos y no los siga dejando sin áreas verdes ni sol, que por algo pagamos las contribuciones más altas del mercado.

25 junio 2008

Sobre las citas a ciegas

Una amiga se ofrece de celestina y le pide a su amigo que se describa en el papel. Gustos, preferencias, lecturas, todo lo que le interesaba debía incluirlo en el listado, así como las cosas que detestaba. Con ese listado ella se ofrecía a buscarle una cita entre sus amigas solteras. Y claro, mi amigo -encantado- aceptó y se describió.

Pero cuando él me contaba esto y sus descripciones, me puse a pensar qué hubiera pasado si esa misma lista de preguntas me la hubieran hecho a mí, o peor ¿qué hubiera pasado si mi amado se hubiera descrito, antes de conocerlo, en un papel? De seguro, no nos habríamos querido conocer. Gustos Literarios: Anne Rice; Música: Hard Rock. Bastante incompatible con mi gusto por la música brasilera y Flaubert.

¿O si me hubiera dicho Isabel Allende, Coehlo o Herman Hesse? Ufff. Podría haberme perdido de conocer a un hombre encantador, y él a una mujer encantadora, aunque dada a la melancolía y a las novelas decimonónicas. Si hubiera visto una lista antes de enamorarme, no me habría enamorado del fracasado, del alcohólico, del mujeriego, del provocador. Ni del cumbianchero, del fanático de los libros de vampiros, o el pobretón. Quizás hubiera elegido al que leía a Henry James y a Proust, y podría haber sido una lata o un embaucador. O un tipo solitario, mudo o de carácter irritable.

Por eso, ojo, amigo mío, con lo que ponga en su lista y no se deprima si le llega una lectora de Vanidades y de Marcela Serrano, que escucha boleros y canta en el coro de un club. El amor llega de cualquier forma, y a veces lo menos pensado resulta ser lo mejor. Sólo relájese, sea usted mismo y páselo bien. Después me cuenta.

El Lector (primeras imágenes de la filmación)



Hace un par de años, en una liquidación de libros, me compré El Lector de Berhard Schlink, y sin darme cuenta había pospuesto su lectura hasta ahora, justo en el momento en que se filma en Alemania la adaptación de la novela. El libro es fascinante y el narrador y protagonista de la historia me tiene cautivada. Debe ser por mi carácter romántico y soñador. El papel de Hannah en la película lo hará Kate Winslet, y el de Michael, el joven David Kross. Y aunque no sé cómo será el resultado de la película, la historia de El Lector es muy buena, y vale la pena conocerla, al igual que la prosa de Berhard Schlink.

19 junio 2008

Chesil Beach

Estaba tan ansiosa por leer Chesil Beach que una vez que mi amiga C. me lo regaló, sentí miedo de que el libro me defraudara. Y la verdad es que no fue así, porque mis expectativas se cumplieron con creces.

Tengo que decirlo: Chesil Beach es un libro magnífico, tan bueno como Sábado y Expiación, aunque a ratos uno crea que es menor. Habla de una pareja de jóvenes recién casados y de sus temores y ansiedades frente a la eventual iniciación sexual en una época donde hablar de sexo era un tema tabú. Todo transcurre en Inglaterra, en 1962, un año antes de la llamada revolución sexual, y McEwan narra con destreza y elegancia este ambiente reprimido y las vidas de estos jóvenes que, provenientes de distintas clases, tienen la ventura o desventura de conocerse y amarse en el sentido más puro de la palabra.

No quiero contar el desenlace, porque recomiendo su lectura, sólo quiero comentarles que no es un libro dulce ni bonito, más bien es triste, desolado y desesperanzador, como a veces suele ser el amor no correspondido, platónico o imposible de consumar. Pero es un libro que vale la pena tener y leer (aunque a algunos les de aversión el nombre de McEwan o los libros amarillos de Anagrama). Muy recomendable.

17 junio 2008

Becky en el Palacio Cousiño

El domingo Becky llevó a sus niños al Palacio Cousiño, la gran casa que tenía don Luis Cousiño y su señora Isidora Goyenechea en la calle Dieciocho, y que desde la década del 40 pertenece a la Municipalidad de Santiago. La casa es enorme y está decorada según los gustos afrancesados de sus dueños -ricos empresarios mineros- con mucho mármol, jarrones chinos, oro y enormes pinturas de Monvoisin que dejaron boquiabiertos a mis hijos y a mí sumergida en un estado de ensoñación.

Un simpático guía nos llevó escaleras arriba y abajo, y nos mostró las piezas de los niños (tenían seis hijos), los dormitorios principales, el gran comedor y la sala de música, de baile y de té. A mi hijo mayor lo que más lo impresionó fueron los sillones "indiscretos" con tres asientos para que los novios no estuvieran nunca a solas y a una de mis hijas le encantó la escalera de mármol multicolor. A mí me gustó un mural que está a la subida de la escalera y que por un lado muestra un paisaje parisino y al frente un paisaje de Santiago (según el guía, las dos ciudades favoritas de la familia) y aunque no sé si habrá sido verdad, por un rato envidié esa vida de eternos lujos y viajes, y ese gusto por evitar a toda costa el invierno y sólo vivir entre la primavera y verano de Santiago y París.

15 junio 2008


"The nature of men and women - their essential nature - is so vile and despicable that if you were to portray a person as he really is, no one would believe you."

William Somerset Maugham

11 junio 2008

Más regalos para Becky


Aunque ya pasó mi cumpleaños, sigo recibiendo más regalos. El lunes en el almuerzo de cumpleaños de mi amiga Maida (que fue en el muy recomendable restaurant Mestizo), me llegaron espumas de baño, cremas y hasta un precioso paraguas de las que no habían podido ir a mi celebración, y ayer en la tarde cobré mi "vale por una sesión de reflexología" que me había obsequiado mi amigo R., y que debo confesar fue un verdadero regalo para mi cuerpo, alma y pies.

Debo reconocer que soy bastante escéptica a la medicina alternativa y especialmente a los inescrupulosos que la promueven sin saber nada. Pero esta vez traté de no pensar mucho y me dejé transportar por los masajes que Noelle repartió por mis pies, y luego por mis brazos y por mi cabeza. Y el resultado fue maravilloso: mi cuerpo se oxigenó (o por lo menos así lo sentí), y mi energía se repartió por todos lados, liberándome de malas ondas, malas caras y malos ratos.

Al final, después de dos horas en la camilla, Noelle me hizo Reiki, y aunque no lloré como le sucede a algunos (soy demasiado contenida para eso), sí sentí un gran relajo y placer. Mi amigo R. que durante toda la sesión se quedó a mi lado -como escribiente florentino- corrigiendo pruebas y pruebas, dio fe de mi cara extasiada y sonrosada, y de mi aura de paz y tranquilidad. En fin, una experiencia medio mística, pero absolutamente recomendable, porque hoy amanecí renovada y feliz, relajada, liviana, hippie y sin dolor de oídos (y eso que después de la sesión fuimos a celebrar la no-muerte de mi amado a nuestro querido Olán y me acosté de madrugada).

Un mirada a la muerte

El lunes casi muere el gran amor de mi vida. Venía en la carretera desde Viña a Santiago cuando un camión que iba adelante le arrojó una pesadísima herramienta de fierro que entró como proyectil en el auto, y que por milagro, impactó en el asiento de atrás y no en su persona. Horas antes él había pasado a rezarle a la Virgen de Lo Vásquez -como hace siempre cuando va a Viña- y que creo, estoy segura, fue quien lo protegió.

Y aunque no le pasó nada (sólo sufrió unos pequeños cortes en los brazos), su accidente me hace pensar en lo frágil que es la vida, el amor y la felicidad. Y en cómo un accidente tonto, involuntario, desgraciado puede arruinar la vida de toda una familia por siempre, sin vuelta atrás. Hace años un joven se pasó un signo PARE y causó la muerte de mi prima y de mi tía a la salida del Club de Polo. El joven estudiaba en mi colegio y aunque no lo odié en ese instante ni tampoco ahora, hasta el día de hoy siento un gran desprecio por su persona y por su familia, que nunca se sintió responsable por lo ocurrido.

Porque la vida, aunque no lo queramos creer, es injusta y azarosa. Algunos se salvan de un accidente inmenso, otros se mueren por un descuido o una estupidez. Y por mucho que nos protejamos, nos pongamos el cinturón de seguridad, manejemos con precaución, respetemos las leyes del tránsito, finalmente estamos a merced del destino, o de Dios, y sólo él decide hasta cuándo estaremos en este mundo. Sólo espero que a mi amor y a mis niños, a mis amigos y a mi familia, me los deje por muchos siglos más en esta tierra. Y que me permita mirar la muerte desde lejos, como en este cuadro de Caspar David Friedrich, y que, aunque a veces me acerque al abismo, me proteja de caer en él. Amén.

04 junio 2008

Josefine y Yo



"¿Qué significa eso? ¿Cultura para todos? Sé que lo dice con buena intención, pero no deja de ser una idea quijotesca digna del siglo XIX. De cada mil personas hay quizás dos o tres que escuchan un concierto por voluntad propia. Siempre ha sido así, y por mí puede seguir siéndolo. La cultura es un hecho minoritario. Las llamadas personas normales prefieren el jaleo y la diversión. Un poco de televisión, de vez en cuando una película de terror, una discoteca ensordecedora o, naturalmente, un partido de fútbol, que es lo que más les gusta. ¿Acaso le parece mal?"

(De Josefine y yo, el excelente libro de Hans Magnus Enzensberger, que me regaló mi adorable "proveedor" de literatura para el día de la madre).

02 junio 2008

Lista para invernar


Me encanta mi cumpleaños porque, como es a fines de mayo, gracias a los regalos quedo aperada para todo el invierno. Mis amigas con sus productos de belleza -para cara, cuerpo y pelo-, collares, bufandas y anillos me dejaron convertida en princesa invernal, cual protagonista de un cuadro de Jean Beraud, mientras mi amado con sus botas "made in Italy" me regaló una buena dosis de estilo y abrigo, tan necesarios en esta fría época del año.


En cuanto a lecturas, me obsequiaron con un esperado Chesil Beach, un clásico Frannie y Zooey y un libro gordo de la Agota Kristof, que junto a la sesión de reflexiología que me regaló mi querido amigo Random, a la cámara rosada que me entregó un antiguo amante, el precioso chaleco que me dio mi hermana y el inmenso chal que me regaló mi mamá, me dejaron lista para pasar un invierno relajada, abrigada y feliz. Gracias a todos por sus regalos, y por hacerme pasar un lindo día y una noche genial.


(Parece que, después de todo, no fue tan malo cumplir 34 años, ni tan mala la idea de publicar una lista de regalos en este blog).

01 junio 2008

Entre errores ortográficos y falsificaciones

Me escribe mi amiga Camila para preguntarme por el premio Becky Sharp, y le pregunto por qué no concursó. Me dice que escribe mal y que tiene pésima ortografía. Me pide un amigo que le redacte una carta porque teme equivocarse en la redacción y en los acentos, y me suplica que no me ría de su mala ortografía. Me recrimina mi hermana que le da vergüenza escribirme porque "no sabe escribir bien". A todos ellos les pregunto: ¿por qué me tienen miedo? Es cierto que no tolero los errores ortográficos, pero no exijo perfección ortográfica y gramatical a todas las personas, menos a mis amigos y familiares. Es más adoro cuando me llega un mensaje de texto que dice "te hecho de menos" o que mi hija me escriba "mamá presiosa y ermosa" o que una amiga me invite a "almorsar".

Yo misma he cometido por descuido errores terribles (todavía me pena un "tranzar" en vez de transar) y he olvidado acentos y comas. Pero lo que sí me molesta y considero imperdonable es cuando un libro tiene faltas de ortografía o mala redacción, porque detrás de cada libro o impreso hay tiempo, edición, cuidado y revisión.

"Lo mismo que tú sientes cuando lees un libro con faltas de ortografía, me pasa a mí cuando voy a una exposición de pintura y distingo un cuadro falso", me recrimina mi querídisimo amigo J. mientras recorremos la muestra dedicada al pintor Camilo Mori en la Corporación Cultural de Las Condes. "Mira ese cuadro, Becky, ¿tú crees que lo puede haber hecho el maestro Mori?", me pregunta frente a un cuadro paliducho y desdibujado. Y aunque no soy una entendida debo reconocer que el cuadro me parece de una calidad inferior a los otros de la exposición.

J. me sigue mostrando la diferencia entre un cuadro de Mori y uno que parece ser de él, y me habla del daño que se hace cuando un cuadro falso (en este caso eran tres) aparece en una exposición. Para el visitante común el cuadro falso será visto como un cuadro de mala calidad, pero para el entendido sólo hablará de una mala curatoría y una neglicencia imperdonable.

A mí los errores ortográficos y gramaticales sólo me dicen tres cosas: descuido, desidia y falta de respeto a los lectores. A él, una muestra de pintura que incluye copias y falsificaciones sólo le dice ignorancia, daño y maldad. Y así como yo rechazo y dejo de lado esos pobres libros con errores, a él esas exposiciones viciadas no le merecen ni cariño ni compasión, por muy buenos que sean algunos de los cuadros y por mucho que adore al pintor.