31 marzo 2009

¿Adivina qué?

































Estoy escribiendo algo sobre Philip Roth...
Y sobre Truman Capote...
y Carson McCullers...
y sobre Flannery O'Connor...
y Patricia Highsmith...
y Carver, Cheever y A.M. Homes...

27 marzo 2009

Javier Marías en la UC

Dicen que es mejor no conocer a los escritores que admiras, porque sus personas pueden decepcionarte. Sin embargo, la curiosidad fue más fuerte y ayer en la tarde partí con mi amiga Valentina a ver a Javier Marías a la UC. La charla estuvo muy entretenida (Marías es un narrador bastante ameno en sus libros y también en la vida real) y ante una sala repleta fue capaz de pasar de las anécdotas más graciosas (como la de su coronación como rey de Redonda) hasta los temas más profundos, como su cercanía con la ironía inglesa y su devoción hacia Shakespeare, Cervantes y los "antiguos" en general. Marías recomendó a los escritores que se inician revisar los clásicos, "para no repetir", y no obsesionarse con lo nuevo y actual, que según él puede ser obviado momentáneamente. Recomendó leer a Juan Benet encarecidamente y no dejar de revisar las grandes obras del siglo XIX y XX. 

Con su cigarro en mano, Marías contestó las preguntas que le hizo el público y las acotaciones de su entrevistador-presentador Gonzalo Garcés que no pudo ocultar la gran admiración que sentía hacia el escritor español. Un momento gracioso de la noche fue cuando una señora, muy seria, le preguntó en tono inteligente, en qué colegio había estado de pequeño, y Marías muy educado y algo sorprendido le contestó: en el colegio Estudio de Madrid. Nadie se rió. Pero fue muy divertido y provinciano. Ésa fue una de las últimas preguntas antes de empezar con la firma de libros y recibir un gran aplauso. Gracias, Javier, no me decepcionaste. Y prometo leer a Juan Benet y no dejar de lado los clásicos ni a Shakespeare, Cervantes y Compañía.

22 marzo 2009

A propósito de oír llover

Hace más de un año que tengo un teléfono celular muy malo. Escucho perfecto, pero al otro lado no me entienden lo que hablo. He ido varias veces a Movistar para que me lo cambien, pero en vez de darme otro aparato prefieren "arreglarlo", aunque sigue sin funcionar. Lo único bueno es que casi no lo uso, entonces la cuenta es baja y hablo justo lo necesario. Nada de ponerme a cotorrear o de llamar a la casa por cualquier cosa. Menos llamar a un amigo o pedir una hora para el doctor. Sólo lo uso cuando me llaman y por lo general me cuelgan al poco rato por lo mal que se escucha mi voz. 

Hace unos días incluso mi voz quedó muda y cuando me llamaban no escuchaban ninguna respuesta mía al otro lado. Durante esos días las únicas llamadas que atendí fueron las de mis niños, que al parecer no les importaba que su madre no tuviera voz. "Mamá, sé que no puedes contestar, pero si puedes me traes la greda. Si no puedes, te quiero igual", me dijo mi hija y luego de esperar unos segundos la respuesta, colgó. Todo esto me recuerda un artículo que hace unos años escribió Javier Marías -El Oficio de oír llover- sobre lo poco que se escucha la gente y sobre las tonteras que se hablan a falta de que alguien las conteste. Y habla en especial del uso del celular, un aparato que él no usa y que a su juicio sólo da pie a una desbocada verborrea. 

Yo, que hace un año casi no lo uso, puedo dar fe del abuso que se hace del celular y de lo mal que se está comunicando la gente que lo utiliza para "conversar de la vida" en vez de juntarse a hablar en persona. Conozco amigas que monitorean las tareas de sus hijos a través del celular, guaguas que lo usan como entretenimiento en vez de salir a jugar, parejas que discuten, que se abuenan, que organizan vacaciones y que hablan de los problemas de sus hijos por el celular. Esas personas cuando se encuentran casi no hablan, ya lo han hablado todo. 

Y esto mismo está pasando con los e-mails, los facebooks, los messenger y demases. Y de a poco uno empieza a recibir mensajes abreviados, llenos de faltas de ortografías y signos de exclamaciones a destajo que surgen de la inmediatez pero no de la razón. Cuántos mensajes a medias, inconexos, sin sentido uno recibe a diario sin que con ello nos logremos comunicar. El tema da para mucho. Yo por lo pronto prefiero mantener mi mal celular y juntarme con mis amigos cuando quiero conversar. Y me mantendré alejada de los blackberrys, los iphones y los teléfonos con e-mail, que no tengo problema en esperar llegar a mi casa para revisar mi correspondencia cibernética, que por lo demás casi es puro spam. 

18 marzo 2009

Sólo un punteo


1.-impactante diagnóstico de anoche
2.-le escribí a Pablo para felicitarlo
3.-no sé cuándo nos veremos
4.-los extraño mucho
5.-he estado escribiendo
6.-no quiero perder el mini taller
7.-necesito de sus opiniones y de su incondicionalidad
8.-los quiero mucho
9.-por lo menos tengo mi tortuga de coco de compañía


10.-estoy adicta a las Apple Chips.
11.-y al té blanco que preparo todos los días en mi gran tetera.
12.-marzo me dejó en la ruina y detesto a los profesores que pusieron tantos libros (y tan caros) en las listas de mis niños.
13.-perdí el bronceado de verano.
14.-pero no he perdido el descanso.
15.-no he parado de escribir.
16.-quizás cierre este blog.
17.-cambié los almuerzos con amigas por cafés con amigas.
18.-compré textos escolares usados.
19.-hice trueque de libros.
20.-he logrado ahorrar.
21.-extraño nuestras sesiones de literatura.
22.-y conversar de libros.
23.-el otro día me junté en el café Ona con una amiga del pasado y no paramos de hablar. Los libros unen.
24.-los quiero mucho.
25.-en especial a ti, J. y a mis cachorros.
26.-tengo pendiente a Cristóbal. El viernes te voy a ver, V.
27.-también los quiero a ustedes.
28.-y a ustedes.
29.-y a usted.

09 marzo 2009


Ah, y quedan pocos cupos para el mini- taller 2009 de Becky Sharp. Así que los interesados, a inscribir sus nombres a:  rebecca.sharp74@gmail.com
Nos vemos.

08 marzo 2009

Sobre lecturas


El otro día me encontré con una amiga que había leído mi artículo sobre Richard Yates, pero no se animaba a leer nada del autor. "Mi matrimonio no está en su mejor momento", me dijo, "así que todo lo que sea Yates lo voy a dejar para después". En un principio me pareció extraño su comentario, pero finalmente le encontré la razón. Hay libros para ciertos momentos y libros que no. Me acuerdo de una época en que mi matrimonio estaba pasando por una especie de letargo y me puse a releer Madame Bovary y la Señora Craddock de Somerset Maugham. Cuánto entendí a esas mujeres en ese momento, que ahora me parece tan lejano. Por suerte pasé ese período y ahora puedo leer historias de matrimonios acabados como los que aparecen en las obras de Yates o Cheever sin que nada me afecte. Y puedo leer Ana Karenina o Madame Bovary sin sentir que era mi vida la que parecía retratada ahí. 
A mi amiga le aconsejé que leyera libros atemporales, con historias que no tienen nada que ver con su vida. Edgar Allan Poe, que ahora he redescubierto en su grandeza, es ideal. Historias angustiosas y terribles, pero finalmente irreales, no pueden identificar a nadie. A menos que alguien sea demasiado perverso. Pero ella me contó que iba a leer sobre un niño con pijama de rayas o algo así. Un bestseller. Allá tú, le contesté mientras sacábamos a nuestros niños de la piscina. Yo, en cambio, seguiré con Carson McCullers y sus historias magníficas, aunque lejanas de mi realidad.