08 octubre 2011

September rain

Anoche llovió un ratito. Y hoy apareció la piscina llena de pequeñas hojas. Así es la primavera, les dije a mis niñitas mientras se vestían para ir al colegio. Pero, ¿podemos ir sin pantys?. Por supuesto, les contesté. Era lo único que les preocupaba frente a esta lluvia primaveral: que no hubiera un retroceso en el camino hacia el anhelado verano.

Porque antes de esta lluvia ya había comenzado el calorcito en Santiago. Los vestidos más cortos y las chalitas ya habían salido del clóset a la calle, y los panoramas al aire libre comenzaban a multiplicarse. Y como no hay nada que les guste más a los niños que el verano, en mi casa todos andaban felices con la llegada del calor. 

Y, aunque hoy volví a la bota, el espíritu se mantiene primaveral: con escote, sonrisa, pelo suelto y una que otra novela (que no sea Marta Brunet). Porque debo reconocer que he dedicado todas mis horas de lectura a mi famosa tesis: a los libros de teoría que la sustentan (o intentan sostenerla) y a la obra de esa maravillosa escritora que elegí. Pero mis ojos también quieren descansar un rato de ese tema, y anhelan novelas, poemas, tramas simples o intrincadas -por un rato que sea-, antes de volver a mis lecturas de y para Brunet.

Por eso durante estos días he andado leyendo otras cosas. Novelas que compré en Buenos Aires -durante mi última visita de septiembre- y de las que ya les hablaré más adelante.