17 agosto 2011

Me alegan de que no he escrito nada. Tanta gente que se ha hecho adicta a este blog y que me exige que actualice, que publique, que los haga llorar y/o reír, y yo -de verdad- no tengo ganas de hacerlo. Porque, ¿de qué les puedo hablar? Si son tantas las cosas que me pasan cada día, y son tantas las cosas que pienso que podría escribir mucho, y no sé si eso sería bueno. Ni para mí, ni para ustedes.

Podría escribirles, por ejemplo, del matrimonio de V y C, que estuvo tan bueno, y que nos dio tanta alegría, pero es tan personal, que no puedo compartirlo con los lectores anónimos que cada cierto tiempo merodean por este blog.

Y podría hablarles de la novela de R que espero pronto sea publicada, pero sería inoportuno hacerlo por este medio. Podría hablarles del conflicto estudiantil que se vive en Chile por estos días, que nos tiene en paro hace ya tres meses -porque los posgrados en la Universidad de Chile también están en paro- y que, por supuesto, apoyo totalmente, a pesar de que seguro me harán demorar en mi tesis. Pero todo sea para terminar con la mediocre educación que se imparte en este país, y de una vez por todas desenmascarar a las tantas universidades chantas que sólo buscan ganar plata y no enseñar. Pero no quiero hablar de eso tampoco, para eso lo hablo con mis compañeros en un café.

Pero puedo contarles otras cosas. Por ejemplo, que todavía no termino de leer el Segundo Sexo, pero que me parece una obra fundamental. Y que hice que mi amigo O leyera a Marta Brunet , y que le encantara, lo que me hace sentir cada día más feliz con el tema de mi tesis. Y que compré entradas para Justin Bieber, porque mis hijas lo adoran, y no puedo negarles esa pasión si yo a esa edad amaba a Corey Haim (QEPD) y a un jovencísimo Matt Dillon, y sólo quería conocer a alguien que fuera como ellos. Y que nació mi sobrino Ismael, que es precioso.

Y que mi casa es más famosa que yo, y que incluso aparece en un libro que fue lanzado ayer en el Teatro Municipal de Las Condes, y presentado por la Cecilia Bolocco y Andrés Benítez (ver foto tomada desde Iphone), y que me da mucho pudor que aparezca en ese libro, pero que también me da cierto orgullo, porque el libro es espectacular y de muy buena calidad, y mi casa aparece muy linda en las fotos.

Y les puedo contar que mi gata se ha pasado todo agosto metida en mi pieza, y que mis hijas la tratan como a una hermana chica. Y que lo he pasado muy bien estos últimos días: que he comido con mis amigas de colegio (en köök, muy rico), almorzado con mi amiga C por nuestros locales de Vitacura (a los que no voy a hacer publicidad) y compartido con mis amigos de la vida. Como anoche, cuando me acompañaron al lanzamiento del libro de casas recicladas, y me hicieron reír tanto, después en el Normandie, que lograron hacerme olvidar -por mucho rato- del frío de agosto y de las penas de la vida.

¿Satisfechos?