30 diciembre 2011

News from Becky

No prometo que el próximo año escribiré más en este blog, porque no puedo prometer cosas que no sé si cumpliré. Pero sí seguiré escribiendo -aquí, allá o donde sea- y leyendo y recomendando libros.
El año pasado fue muy intenso y, aunque debiera contar lo que me pasó en noviembre, la verdad es que me da una soberana lata, y sólo hablaré del tema para agradecer las cientos de muestras de cariño que recibí durante mi larga estadía en la clínica y que sigo recibiendo hasta el día de hoy, y que me ayudaron muchísimo para salir adelante y dejar en el pasado ese maldito derrame intracraneal.
A los pocos días de volver a la casa, me puse a leer en el Ipad el último libro de Paula Fox -News from de the world- que compré vía Amazon. Y con sorpresa descubrí que mi gran escritora también sufrió un derrame subdural (igual que el mío) mientras se encontraba de viaje en Israel. A raíz de ese accidente vascular, ella debió aprender a caminar y leer de nuevo (aunque no se demoró tanto a pesar de sus 70 y tantos años) y me di cuenta de lo afortunada que fui al no quedar con ninguna secuela. Pero también me di cuenta de lo afortunada que soy al tener tantos y tan buenos amigos. Amigos que me llamaban o me iban a ver (aunque no se podía entrar a la UCI) y que acompañaban a mi familia, tantos primos y tíos que aparecieron a dejar flores, chocolates, estampitas y sus cariños y que me hicieron sentir parte de una familia grande y maravillosa, mis hermanos y mis papás que se quedaron junto a mi cama durante esos 17 días de hospitalización, mis hijos y sus amigos que me mandaban tarjetas y saludos, mi marido que nunca se despegó de mi lado y tantos amigos y amigas que se encargaron de mis hijos, de que estudiaran, de que llevaran regalos a los cumpleaños y, principalmente, de que no se sintieran tristes.
Aunque la vuelta a la "normalidad" no ha sido fácil, he recibido el apoyo de tanta gente que no podría desmoronarme. Y han sido tantos los brindis y celebraciones desde que salí de la clínica hasta esta navidad, que he quedado exhausta aunque llena del cariño de mis amigas y amigos del colegio, del magíster, de la universidad, de la vida y las letras.
Para este 2012 espero no sorprenderlos de nuevo con ninguna enfermedad. Y espero terminar y entregar mi tesis, defenderla con éxito, leer muchos libros y seguir viendo a todos mis amigos. Que mi familia siga unida y feliz, que pueda seguir trabajando en lo que me gusta y que mi amor me acompañe siempre. ¡Feliz año nuevo a todos! Ya me tengo que ir a celebrar con los míos a la playita.
Los quiero.


What Are You Doing New Years Eve?

08 octubre 2011

September rain

Anoche llovió un ratito. Y hoy apareció la piscina llena de pequeñas hojas. Así es la primavera, les dije a mis niñitas mientras se vestían para ir al colegio. Pero, ¿podemos ir sin pantys?. Por supuesto, les contesté. Era lo único que les preocupaba frente a esta lluvia primaveral: que no hubiera un retroceso en el camino hacia el anhelado verano.

Porque antes de esta lluvia ya había comenzado el calorcito en Santiago. Los vestidos más cortos y las chalitas ya habían salido del clóset a la calle, y los panoramas al aire libre comenzaban a multiplicarse. Y como no hay nada que les guste más a los niños que el verano, en mi casa todos andaban felices con la llegada del calor. 

Y, aunque hoy volví a la bota, el espíritu se mantiene primaveral: con escote, sonrisa, pelo suelto y una que otra novela (que no sea Marta Brunet). Porque debo reconocer que he dedicado todas mis horas de lectura a mi famosa tesis: a los libros de teoría que la sustentan (o intentan sostenerla) y a la obra de esa maravillosa escritora que elegí. Pero mis ojos también quieren descansar un rato de ese tema, y anhelan novelas, poemas, tramas simples o intrincadas -por un rato que sea-, antes de volver a mis lecturas de y para Brunet.

Por eso durante estos días he andado leyendo otras cosas. Novelas que compré en Buenos Aires -durante mi última visita de septiembre- y de las que ya les hablaré más adelante.


17 agosto 2011

Me alegan de que no he escrito nada. Tanta gente que se ha hecho adicta a este blog y que me exige que actualice, que publique, que los haga llorar y/o reír, y yo -de verdad- no tengo ganas de hacerlo. Porque, ¿de qué les puedo hablar? Si son tantas las cosas que me pasan cada día, y son tantas las cosas que pienso que podría escribir mucho, y no sé si eso sería bueno. Ni para mí, ni para ustedes.

Podría escribirles, por ejemplo, del matrimonio de V y C, que estuvo tan bueno, y que nos dio tanta alegría, pero es tan personal, que no puedo compartirlo con los lectores anónimos que cada cierto tiempo merodean por este blog.

Y podría hablarles de la novela de R que espero pronto sea publicada, pero sería inoportuno hacerlo por este medio. Podría hablarles del conflicto estudiantil que se vive en Chile por estos días, que nos tiene en paro hace ya tres meses -porque los posgrados en la Universidad de Chile también están en paro- y que, por supuesto, apoyo totalmente, a pesar de que seguro me harán demorar en mi tesis. Pero todo sea para terminar con la mediocre educación que se imparte en este país, y de una vez por todas desenmascarar a las tantas universidades chantas que sólo buscan ganar plata y no enseñar. Pero no quiero hablar de eso tampoco, para eso lo hablo con mis compañeros en un café.

Pero puedo contarles otras cosas. Por ejemplo, que todavía no termino de leer el Segundo Sexo, pero que me parece una obra fundamental. Y que hice que mi amigo O leyera a Marta Brunet , y que le encantara, lo que me hace sentir cada día más feliz con el tema de mi tesis. Y que compré entradas para Justin Bieber, porque mis hijas lo adoran, y no puedo negarles esa pasión si yo a esa edad amaba a Corey Haim (QEPD) y a un jovencísimo Matt Dillon, y sólo quería conocer a alguien que fuera como ellos. Y que nació mi sobrino Ismael, que es precioso.

Y que mi casa es más famosa que yo, y que incluso aparece en un libro que fue lanzado ayer en el Teatro Municipal de Las Condes, y presentado por la Cecilia Bolocco y Andrés Benítez (ver foto tomada desde Iphone), y que me da mucho pudor que aparezca en ese libro, pero que también me da cierto orgullo, porque el libro es espectacular y de muy buena calidad, y mi casa aparece muy linda en las fotos.

Y les puedo contar que mi gata se ha pasado todo agosto metida en mi pieza, y que mis hijas la tratan como a una hermana chica. Y que lo he pasado muy bien estos últimos días: que he comido con mis amigas de colegio (en köök, muy rico), almorzado con mi amiga C por nuestros locales de Vitacura (a los que no voy a hacer publicidad) y compartido con mis amigos de la vida. Como anoche, cuando me acompañaron al lanzamiento del libro de casas recicladas, y me hicieron reír tanto, después en el Normandie, que lograron hacerme olvidar -por mucho rato- del frío de agosto y de las penas de la vida.

¿Satisfechos?





20 julio 2011


Debo reconocer que me gusta el invierno.
Mirar los árboles sin hojas desde mi ventana y agarrar un poco del calorcito con el sol que entra a montones por la ventana de mi pieza. Qué mejor, si estoy tapada con mi chal chilote -la mejor compra que he hecho en años- y tengo un buen libro entre mis manos.

Ahora estoy con el Segundo Sexo y estoy feliz. Son de esos libros de los que uno ha leído partes, extractos, frases famosas ("la mujer se hace, no se nace"), pero que pocas veces se lee completo. Y aquí estoy, fascinada en la página 130 y con toda la intención de llegar a las 700. Sé que lo voy a hacer. Y sé que me va a encantar. Ya les contaré.






Enviado desde mi iPhone

08 julio 2011

autumm things


Debería estar escribiendo sobre Marta Brunet, más bien sobre "La lucha por el sexo (y el poder) en el cuento Aguas Abajo de Marta Brunet" -que es el título que le puse a mi ensayo- pero mi cabeza vuela por otros lados. Me meto a facebook, sapeo twitter, leo blogs y la prensa, y también páginas de tiendas de ropa, de libros, de lo que sea, todo con tal de no meterme con el tema del sexo/género y con el trabajo que sabe Dios cuándo tendré que entregar ahora que hasta el posgrado está en paro.
Pienso en mi amigo R., con quien casualmente me encontré ayer en Providencia, mientras buscaba un regalo de cumpleaños. Pienso en su novela, que es tan buena, y me gustaría ver publicada. Y pienso en mi amigo V., que está a un paso del matrimonio. Y en mis niños que acaban de salir de vacaciones y están ávidos de panoramas y esas cosas, mientras yo aún no sé qué va a pasar con mis trabajos para la universidad ni he escrito mi proyecto de tesis. 
Pienso en mi amor, que está tan cansado, y que me gustaría tanto ver más tranquilo, más feliz. Y escribo esto sabiendo que él no lo va a leer -muy raramente lee este blog- pero lo escribo igual, porque quiero que quede escrito. Así como también quiero que quede escrito que los quiero mucho, queridos amigos del mini taller, y que aunque esté colapsada de trabajos atrasados, siempre tengo tiempo para ustedes, y para nuestras tertulias, y para nuestra amistad (Pd: los espero el 18 en mi casa).

04 julio 2011

Iguales después de la marcha...


Si les interesa contribuir de alguna forma, les envío el link de la fundación Iguales, en la que pueden anotarse para apoyar o participar activamente. Hay distintas opciones, desde decir "sí, apoyo" hasta comprometerse a trabajar más en concreto. Ahí ven ustedes, todo sirve. 
Solo tienen que meterse acá para tener más información. Ojalá se interesen. No dejemos que el ambiente y la buena onda que se generó en la marcha decaiga.

27 junio 2011

Becky en la Marcha por la Igualdad. 25 de junio de 2011.


Me siento orgullosa de haber participado -con mi marido y mis tres hijos- de ese sábado histórico, cuando junto a más de 30 mil personas marchamos por la Alameda por una causa común: la igualdad de derechos para todos los ciudadanos de este país. Una causa que no es sólo la de los gays, lesbianas, bisexuales y transformistas, sino de todos quienes creemos que este país debe asegurar los mismos derechos civiles para todos sus habitantes -sean estos de la ideología, religión o género que sean-, con leyes que nos protejan a todos por igual. Sin segregación ni discriminación, Chile puede ser un país mejor, y un mejor lugar para que nuestros niños vivan en él. Eso es lo que -por lo menos- yo espero.

Menos Carver y más Bombal




-¿Qué escritores chilenos le gustan?

-¿Chilenos? -piensa unos momentos-. Leo en  general más escritores extranjeros que chilenos, Roth, Auster, Chandler, Carver, Hemingway, Scott Fitzgerald.


Entrevista a Luciano Cruz Coke, ministro de cultura de Chile. (Revista El Sábado, 25 de junio de 2011).



No es novedad que el ministro de cultura no lea autores chilenos. De hecho, en marzo de este año ya había manifestado, en el suplemento Artes y Letras, su afición por escritores como William Faulkner, Scott Fitzgerald, Paul Auster y Richard Yates, "más algunas novelas de Phillip Roth". "Además Hemingway y los cuentos de Herman Melville", dijo en esa oportunidad. "La novela negra de Raymond Chandler me fascina, así como la narrativa inglesa de Ishiguro y McEwan". 

Y, debo decir que varios de esos autores son también los que leo yo. Pero no por eso puedo dejar de comentar que hay algo que me molesta profundamente en sus palabras, o más bien en su canon literario, y es la falta de autores nacionales. Nadie está obligado a leer autores chilenos, pero ¿no es un poco extraño que nuestro ministro de cultura no lea autores chilenos? ¿No hay ninguno que le agrade, de los vivos o los muertos o es simplemente que no los conoce?

Porque, aunque los libreros nos vivan recomendando libros extranjeros, y las novelas de Anagrama (la llamada mafia amarilla) se nos aparezcan hasta en la sopa (y se ven tan lindas en nuestros libreros, como me dijo una vez un amigo), hay algo, parece, que el ministro de cultura no ha notado: hay más autores que los norteamericanos, más editoriales que Anagrama y muy buenos autores nacionales.

No lea a Ampuero, no vale la pena (lo digo a punta de prejuicio porque nunca he ni siquiera ojeado sus novelas), pero lea a Couve, que tiene una visión estética que le encantaría a un espíritu sensible como el suyo. O lea a Marta Brunet y a María Luisa Bombal, que son excelentes. O a Lemebel, que es tan potente. O a Bertoni y sus poemas geniales. Y para qué decir a Bolaño -ah no, verdad que no le gustó Bolaño-, pero puede leer a Zambra, ¡y son novelas cortas! Quizás en un fin de semana puede leerse las tres  de un tirón. Y le van a gustar. Y no son tan caras como las de autores gringos que publica Anagrama. Y son habladas en chileno. Sin traducciones llenas de palabras como joder y gilipollas. Va a gozar, ministro, como he gozado yo. Y deje las novelas norteamericanas por un rato, para que se conecte con la escritura chilena y con los escritores que postulan año tras a año a los concursos y fondos que su ministerio suele entregar. No se arrepentirá.

17 junio 2011

Por fin volvió mi computador. Y con él las miles de obligaciones pendientes. Tengo que entregar mi proyecto de tesis y el trabajo final para el ramo de género. Y volver a escribir. Y responder los e-mails de manera correcta, no desde un Iphone o un Ipad que cambia palabras, omite acentos y me obliga a escribir de manera corta e impersonal. 

También trataré de ponerme al día con el blog, porque sé de amigos que lo han extrañado. Sin ir más lejos el otro día en el Starbucks me encontré con una antigua compañera de periodismo que era fiel seguidora de Becky (K: todavía estoy esperando que me mandes algo de lo que escribes, parte de la novela o un cuento, a lo menos) y a quien agradezco sus elogiosas palabras.

Y también está O. que dice leerme en sus ratos de ocio, y a quien no quiero decepcionar con este blog tan fome, menos después de la exquisita comida árabe con la que me recibió anoche en su maravilloso fab lane apartment de south park.

Y por supuesto está nuestro mini taller de junio, que no había podido organizar sin mi libreta de contactos, pero que espero no vuelva a posponerse.

Así que junio va a ser el mes para ponerse al día. En especial para escribir sobre todo lo que he leído. Porque sin el computador pude avanzar bastante en mis lecturas para la tesis y ya tengo revisada toda la narrativa de Marta Brunet. Qué descubrimiento ha sido leerla a esta etapa de mi vida. Y también a las muchas teóricas del feminismo, que me han dado las claves para captar la subversiva apuesta de esta escritora chilena. 

Pero no todo ha sido estudio en estos días. También estuve de cumpleaños y fui tan pero tan celebrada que hasta mi característica melancolía desapareció por unos momentos. Mis amigas de colegio me invitaron a comer y me dieron un regalo que me cayó como anillo al dedo. Y con mis amigos de la vida celebramos bailando y riéndonos de lo lindo, y aprovecho de agradecerles sus lindos regalos -desde ropa hasta un cuadro, pasando por un sin número de productos de belleza- todos ideales para enfrentar estos 37 años con dignidad y optimismo. 

Y aunque no he leído casi nada fuera de lo "estrictamente profesional", debo reconocer que no pude dejar de comprar la última novela de Zambra, que como todos ustedes saben, es mi escritor chileno favorito y, aunque traté de dosificarla para que me durara unos días, me fue imposible y la devoré en unas horas. Su lectura me sacó por varios días de la Brunet y los años 50, y me llevó a Maipú -al pasaje Aladino, que aparece en el mapa de arriba- y a los últimos treinta años de la historia de Chile. Y también me llevó a la nostalgia y a los recuerdos. Y a las ganas de escribir de nuevo, y de terminar esa historia que aún sigue inconclusa.



28 abril 2011

Mensaje desde un cyber café



Ya se viene el mini taller de mayo. A escribir, se ha dicho. Yo sigo sin computador, así que de seguro llegaré con manuscritos. Pero lo importante es llegar. Y escribir. Los espero. 

03 abril 2011

next


 
Desde hace un par de semanas que estoy sin computador. Un accidente "casero" lo mandó directamente a la UTI, desde donde espero salga con vida. Por mientras escribo en la linda Moleskine que me regalo R hace unos meses atrás. Y leo mis mails en el celular, y me veo obligada a contestar correos con palabras sin acentos y de la manera más corta posible, porque no hay nada que deteste más que escribir en un celular. Bueno, la verdad es que hay cosas que detesto más, pero que en este minuto no viene al caso nombrar.
Y me quedo sin computador justo ahora que empiezo a preparar mi tesis de grado. Justo cuando debo empezar a leer, escribir, archivar y catalogar. Y temo que mi Moleskine no dé abasto. Y que mi cabeza tampoco lo dé.
Los días se me han pasado entre miles de trámites y latas. El comienzo de año no es fácil. Por un lado organizar el año escolar de los hijos, por otro lado mi propio año escolar. Por suerte ya elegí tema de tesis, y tomé el último ramo de este magíster -que sin querer queriendo me llevó a los estudios de género- y postulé a becas y ahora quizás postule a un fondo, porque con mi 7 en teoría literaria se me abrieron muchas puertas, aunque sé que no es algo fácil de conseguir, como tampoco sé si esas puertas que se me abrieron no se van a cerrar.
Y he estado leyendo, leyendo mucho. A chilenos como Couve y Brunet. Y a Patti Smith con su libro Éramos unos niños, que me entretuvo mucho, y a Sue Kauffman, que es genial, y a otros que ya no recuerdo, porque el verano se me hace tan lejano que sus lecturas ya he olvidado. Y he dormido. Y he evitado ver gente que no quiero ver. Y como no tengo computador apenas contesto mensajes, salvo con monosílabos. Y sólo me he permitido ver a las personas que realmente quiero ver. Como a mis amigos de la vida, mis amigas del colegio, algún amigo de la universidad actual o de la anterior, a los amigotes nuevos y a mi familia. Pero al resto, "next", como me dijo el otro día mi amiga Antonia en el Olán: "En esta etapa de la vida, lo que no te aporta, hay que dejarlo pasar. Next". Y no es malo su consejo. Así que a la mina competitiva que te mira con cara de poto porque te fue mejor que a ella: next. Y next el pariente latero, la amiga enrollada, la vieja con cara larga, el comentario juevón. Next. Next. Next. Next. Por lo menos por un tiempo.

17 febrero 2011

Yaddo


Foto: Alfredo Cáceres


Por si me extrañaban, acá les dejo un artículo que escribí hace un tiempo y que apareció el domingo 13 en Revista de Libros. Es sobre Yaddo, la legendaria colonia de escritores de Estados Unidos por la que pasó Cheever, Capote y la Highsmith, entre muchos otros.


27 enero 2011

las delicias de la viudez


Enero es uno de mis meses favoritos. Y no precisamente por el teatro a mil, el cine a mil o esas películas "bajo las estrellas" que suelen aparecer en el primer mes del año. No, enero es mi mes favorito porque comienzan misvacaciones, aunque esté en Santiago, y hago cosas que durante el resto del año me olvido de hacer, como tomarme un helado al día, y tomar sol sobre el pasto, y nadar 20 vueltas en la piscina, y hacer asados con amigos.
        
O compartir una botella de champán en el Rishtedar con mi amorcito o en el Vietnam Discovery con amigas antiguas y tan queridas como la Dani y la Cami, e ir a ver a Jonathan Franzen a la UC y atreverme a hablarle de Paula Fox en inglés e incluso hacerlo sonreír. Cosas que de seguro no haría en diciembre o en junio, pero que el calor que lleva a hacer.

Y luego, cuando he terminado de hacer todos los trámites que tenía guardado para enero (operar a mi niñita de un ojo, hacerme muchos chequeos médicos -que siguen confirmando que soy muy fallada-, arreglar un poco la casa, comprar plantas y recibir mis notas del magíster -que me tienen tan feliz, hasta con 7 pasé teoría literaria- me voy a la playa, y sigo gozando.

Y quizás es una pesadez que lo diga, pero por Dios que he gozado estas vacaciones en la playita, debe ser porque estaba muy cansada. Y nada mejor que estar con amigas, todas sin marido, dedicadas a encremar niños, cuidar que no se ahoguen y conversar de lo lindo. Porque debo reconocerlo: no hay nada más conversado que una reunión de mujeres post playa, y no hay nada más rico que una momentánea viudez. Champañita en mano, machitas en la mesa (si estamos en el Chiringuito o en el César) o unos quesos si nos juntamos en una casa, y la conversa es cosa segura mientras hacemos hora para ir a buscar a los niños grandes a la salida de la discoteque.


Los temas son variados, aunque marido, sexo e infidelidades -de otras, obvio- son los temas recurrentes. De repente se asoma la enfermedad de alguien, e incluso un tema cultural -un libro, de preferencia-, pero la mayoría son cahuines de teleserie -desde la que concibió mediante vientre de alquiler hasta la que gorreó y fue gorreada, pasando por peleas familiares, estafas económicas y enriquecimientos y/o pobrezas nuevas- y la verdad es que, con vergüenza reconozco, son conversaciones muy entretenidas. Qué manera de reírnos con cada cuento, con cada sorbo, con cada cucharada de postre compartido.

Y los días se nos pasan, todos distintos, pero todos iguales, recorriendo distintas playas, bañándonos en el congelado mar, tratando de no ahogarnos con las olas gigantes -que este año están más gigantes que nunca-, y comiendo galletas y cuchulís, y cuidando niños propios y ajenos y tratando de no llenar con arena el libro -el cuarto libro del verano- y de no engordar mucho. Y de extrañar un poco al marido, que francamente, apenas se extraña de lunes a viernes en el litoral central. Qué bendita es esta pequeña viudez.