07 enero 2010


Tengo que escribir un tema, pero no ando muy motivada. Me pasaría enero paseando por Santiago y almorzando con amigos. Enero en la capital me encanta. Comprar libros, leer en la tarde en la piscina, ver a mis niños corriendo. Aunque me auto obligo a trabajar por las mañanas, y dejar escritos por lo menos dos artículos antes de irme de vacaciones, igual es una delicia estar en época de vacaciones y gozar de los lindos días de verano. Ayer almorcé con mi amiga V. de 2 a 5 (hasta nos apagaron las luces en el Huerto, para que nos fuéramos) y fue una delicia. La comida, tan rica, acompañada por esa limonada con menta que es exquisita y una conversación que extrañaba. Después caminamos hasta la Ulises, porque sigo en busca del libro de la Lorrie Moore. Les habían llegado unos ejemplares para la Pascua, pero los habían vendido. ¿A cuánto?, les pregunté. 25 mil. Por suerte, siempre está la web. Y sin tener que recurrir a España (que me sale más caro el envío), pude encontrar Al Pie de la Escalera a 20 dólares en mi librería argentina favorita. Aproveché de encargar el último de Auster, Invisible, que si Dios quiere llegará en su paquetito de cartón el lunes o martes de la próxima semana. :):):) No puedo más de la felicidad.
Mis niñitas están en sus Summer Activities y llegan en la tarde. Mi casa está preciosa, aunque tras la visita del viejo pascuero su linda fachada fue a medias tapada por una mesa de ping-ping. Pero es verano, y ha sido entretenido tener esa mesa y jugar con mis niños y mi maridito. Y hasta los abuelos han llegado atraídos por la nueva adquisición. Todavía no hemos organizado el itinerario de febrero, y a ratos cambiaría todo por estar echada en Buzios o en una playa tropical. Es que Sunny ama el sol, pese a su mala fama, y ama la arena, el mar y hasta el cochayuyo pegado en los pies. Ya veremos que nos depara el destino. Por mientras, miro el verano sentada al pie de mi escalera, mientras mis niños juegan ping-pong.