27 diciembre 2007

Mi librero

Hoy empecé a embalar mi casa. Y como es de suponer, comencé con mis libros, mis bienes más preciados. Libros de arte y de literatura, novelas y noveluchas, diccionarios y enciclopedias, revistas de decoración y catálogos de punto cruz, libros antiguos -viejos, usados, heredados- y libros nuevos que no quise o no pude leer: todos los tesoros que he ido sacando del viejo estante de libros y que, de a poco, he comenzado a instalar en las virginales cajas de cartón cuyo destino es mi nuevo hogar.

Entre los hallazgos he encontrado varios de mis libros de infancia: el adorado libro de cuentos rusos, las novelas de Enid Blyton, el viejo diario de vida y un folleto de México que he atesorado desde los diecisiete años. También he encontrado cartas de amigas (algunas bien comprometedoras), postales, dibujos y varios poemas de amor que nunca envié. Por Dios que he guardado secretos durante estos años.

En este mueble están los libros de sexo y esoteria que más de alguna vez consulté en la adolescencia; están todos los diarios de Anaïs Nin y los libros de Henry Miller que leí a los dieciocho; están los clásicos ingleses, los Dostoivevski, Nabokov, Proust y Flaubert; los libros de moda, los McEwan, Amis y Roth, y los libros de autoayuda, de ayuno, tejido en telar, yoga y Kamasutra.

Los libros de viajes son tantos y sólo he usado el de Italia y París. Espera el de México, India y Escocia. También espera La Guerra y la Paz y cinco tomos de En Busca del Tiempo perdido. El Kamasutra ha sido hojeado a la ligera y la Antidieta todavía está encerrada en celofán. Pero hay otros que he leído más de una vez (Madame Bovary y Poemas de Paul Eluard, especialmente) y varios libros desarmados o subrayados por mi exceso de pasión.

Con las manos empolvadas he revisado mis lecturas desde los doce años hasta mis treinta y tres y, aunque no me enorgullezco de todos mis libros, por Dios que he leído durante estos años. Y por Dios que he acumulado historias en este lugar.

20 diciembre 2007

Libros para regalar (segunda parte)

Al revisar los catálogos de algunas editoriales, me acordé de otros buenos libros que leí durante el año o que quise leer, y que son excelentes opciones para regalar durante esta navidad.

En Ediciones B, por ejemplo, está El Velo Pintado, de Somerset Maugham, Bogotá 39: Antología del Cuento Latinoamericano, de varios autores y La Secretísima, la colección de cuentos policiales de Alberto Edwards Vives.

Entre las novedades de Random House Mondadori está Pastoral Americana, de Philip Roth, La Casa del Silencio, del nobel Orham Pamuk, De Nuevo, el Amor de la premiada Doris Lessing y No es país para viejos de Cormac McCarthy.

De otras editoriales, vale la pena leer Las Benévolas de Jonathan Littell, Suite Francesa de Irene Nemirovsky y Autobiografía de mi madre de Jamaica Kincaid.

Con estos recomendados, ya tienen hartos libros para el verano.




16 diciembre 2007

Libros para regalar

Ninguna de las listas de libros que he leído durante estos días me ha convencido lo suficiente. La de "Los 10 mejores libros del 2007" del Sunday Book Review me pareció incompleta, aunque por lo menos recomienda Los Detectives Salvajes, recientemente traducida al inglés, y que, sin duda, es la mejor novela de Roberto Bolaño.

De los libros sugeridos por los críticos del suplemento Artes y Letras de El Mercurio rescato Rápido, Antes de Llorar de Claudio Bertoni, Menos que Uno de Joseph Brodsky y Pelando la Cebolla de Günther Grass, aunque, sin duda, faltan varios libros destacados de este año.

De la lista que apareció en el suplemento El Cultural de El Mundo destaco las nuevas ediciones de Bartleby, el escribiente de Herman Melville, Ivanhoe de Walter Scott y El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Siempre se agradecen las buenas reediciones de los clásicos.

La selección que realizó la Revista Ñ de Clarín me pareció pobre, sobre todo porque tomó en cuenta sólo los títulos más "agraciados" por el mercado y excluyó los preferidos por la crítica. Así y todo, en el último párrafo no dejó de mencionar tres importantes autoras que se reeditaron este año: Dorothy Parker, Carson McCuller y Flannery O’Connor, que recomiendo absolutamente.

Por último de la lista de libros para regalar sugerida por el suplemento Babelia de El País, rescato la reedición de Cumbres Borrascosas de Emily Brontë y Los Ensayos de Michael de Mointagne, que todavía no leo, pero recomiendo tal como lo hizo Flaubert con George Sand: "Léelo de principio a fin y cuando termines vuelve a leerlo, es una maravilla". Habrá que comprobarlo.

14 diciembre 2007

A quienes se han formado una idea sofisticada de Becky Sharp...

...quiero aclararles que:
  1. Becky Sharp prefiere los bares a los restaurantes.
  2. Toma tragos combinados, no cerveza ni champán.
  3. No puede dejar de bailar cuando la invitan a alguna reunión social.
  4. Es adicta a las liquidaciones.
  5. Trata a sus amigos de "Guachi", "Perri" y "Bebé".
  6. Cuando toma alcohol, coquetea hasta con las paredes.
  7. Y cuando no toma, se queda dormida en la mitad del salón.

"Vanity Fair" (2004)

11 diciembre 2007


"¡Ah!, ¡tener cultura!, ¡pronunciar correctamente los nombres extranjeros!, ¡estar bien informado, poder desarrollar seguro y fluido cualquier tema! Pero eso lleva años. Con una hora al mediodía y unas pocas horas por la noche, ¿cómo se puede competir con mujeres ociosas, que han leído desde la infancia?"
E.M. Forster

10 diciembre 2007

Un año

Este año descubrí que soy mejor lectora que escritora, que soy mejor madre que hija, que soy mejor amiga que hermana. Que ya no me puedo callar frente a las injusticias ni las discriminaciones, que adoro a mis hijos por sobre todas las cosas y que no busco tener más amigos, sólo quedarme con los mejores.

Este año no me enfermé de nada y pude pasar –por fin- un año entero sin caer en pabellones o camas. Fue un año sin nacimientos ni muertes, sin accidentes ni grandes dolores. Y a pesar de todo, fue un año triste y melancólico, donde muchas veces tuve ganas de llorar sin motivo aparente, donde muchas noches extrañé mi pieza de soltera, y a la niña flaquita que se quedó en los diecisiete años.

El 2007 no fue un año de premios ni grandes reconocimientos, lo que me hace pensar en abandonar la escritura. Pero fue un año de grandes lecturas y grandes hallazgos, de interesantes trabajos y nuevos orgullos. Fue el año en que descubrí que soy un mezcla extraña de cosas: católica, liberal, deslenguada, osada, honrada e inconformista, y que aunque a veces trate, no puedo dejar de juntar las cejas cuando algo me parece mal ni de pelear por lo que me parece justo, importante o simplemente digno de ser defendido.

Este año descubrí que preferiría tener mil libros que mil carteras. Que no me interesan las joyas ni los zapatos caros. Que aunque tenga 33, todavía me gusta vestirme como de 20. Que no soporto a los mentirosos ni a los snobs, y que, aunque a veces sueño con vivir a la orilla de un lago perdido, no soy una chica valiente ni aventurera, sólo una lectora voraz de las aventuras escritas por otros.

Este año no viajé todo lo quise, aunque con los libros recorrí Samoa, Nigeria, Estados Unidos, Japón, París e Inglaterra. Tampoco vi televisión ni muchas películas. Pero no me faltó tiempo para juntarme con mis amigos, para compartir un rico almuerzo con mis niñitas, para invitar a mi hijo a tomarse un jugo de chirimoya después del colegio ni para caminar por horas junto la orilla del mar.

Promocion Navidad

Fin de año
Ver otros participantes

Todo por Howards End

Ayer en la noche, después de haberme pasado toda la tarde leyendo al borde de la piscina de unos amigos, me acordé que no había comprado unas cosas y tuve que hacer una parada obligada en el Jumbo que queda en Bilbao. Para que se hagan una idea de la escena, les describo mi pinta: pelo húmedo, vestido corto, hawaianas y el típico bolso gigante de playa con la toalla, el trajebaño, las cremas, los anteojos, la billetera, unas calugas Sunny y mi libro Regreso a Howards End adentro. Nada de glamorosa, lamento decepcionarlos.
La cosa es que después de pasearme por todo el supermercado con el carro lleno de cosas, sortear diferentes obstáculos (especialmente humanos), esperar en la eterna fila de la caja y pagar con un cheque al día, me disponía a salir del Jumbo cuando al pasar por la puerta suena la alarma y me detiene el guardia, quien después de cerciorarse de que era mi cartera y no mi carro el que sonaba, llamó a la jefa de los guardias la que llegó, en un segundo, para obligarme a abrir mi inocente bolso playero.
Y ahí, a vista de todos quienes a esa hora salían y entraban al supermercado, tuve que sacar todas mis cosas hasta que entre los dos guardias encontraron el objeto que sonaba: era mi libro, mi Regreso a Howards End que hace poco había encargado a Buenos Aires y que venía con la alarma de la Librería Santa Fe. Entonces con la poca amabilidad que me quedaba en mi interior le expliqué a la señorita guardia que ese libro era de Argentina, que no lo había encontrado en Chile y que no había ninguna posibilidad que lo vendieran en el Jumbo, a lo que ella contestó "que debía comprobarlo". Y muy altiva se desapareció con mi libro durante 20 minutos mientras yo debí esperar con el otro guardia a que ella regresara.
Cuando volvió, me pasó el libro y me dijo "tome, no lo venden en Jumbo", y yo tomé mi mala edición de bolsillo, la guardé en la cartera y me fui furiosa sin contestarle. Qué le iba a decir, si ya me había arruinado mi plácida tarde de piscina.

30 noviembre 2007

Apareció el cuento de mi amiga: No estaba en la basura

Hace unos días escribí en "La Feria de las Vanidades" lo ocurrido a una querida amiga mía (ver artículo) que hace unos meses participó en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la Municipalidad de Santiago, y cuya obra se había perdido en la sede municipal.
Bueno, el viernes pasado mi amiga me llamó para contarme que el sub-director de cultura de la Municipalidad, el señor Luis Berríos, la había visitado en su casa para informarle que su cuento finalmente había sido encontrado en la sección poesía, y que pese a estar mal catalogado el jurado lo había leído, y por lo tanto había participado en el concurso literario en igualdad de condiciones que el resto de los concursantes.
Con esto quiero dejar claro:
  • que el cuento de mi amiga no estaba en la basura, sólo mal catalogado como poesía,

  • que el cuento fue leído y releído por el jurado, señor Jaime Quezada, según se indica en el reverso de una de las copias del cuento,

  • y que pese a que las explicaciones primeras de la Municipalidad no fueron satisfactorias, finalmente mi amiga quedó conforme con las excusas esgrimidas por los señores Berríos y Valenzuela.

Con esto doy por finalizado este tema y animo a mi amiga para que siga participando en otros concursos literarios y a los organizadores de éstos, a que se desempeñen de manera ordenada, transparente y correcta.

29 noviembre 2007

Ahora soy una escritora best-seller

Sin saber cómo me convertí en best-seller. Todo partió hace unos meses cuando me llamaron para editar un libro (no diré cuál, pero digamos que está en la categoría autoayuda/esotérico), un trabajo que hice con sangre, sudor y lágrimas, y que rápidamente se convirtió en un libro súperventas, de esos que se muestran en las vidrieras de las librerías y cuyo autor aparece en un póster de tamaño gigante.
Sin saber cómo mi libro comenzó a aparecer en los rankings de los "más vendidos", junto al último libro de la Isabel Allende y la Razón de los Amantes, arriba del Misterio de las Tanias y cerca de un libro sobre las pataletas infantiles. Y miro el ranking cada semana, y todavía sigue ahí -mi librito amoroso- un poco más arriba o más abajo, pero siempre dentro de los 10 más vendidos.
¿Es meritorio estar en ese "cuadro de honor"? Con seguridad respondo que no. Escribir un best-seller no es difícil y convertir un libro en súperventas es sólo cosa de marketing. Y no lo digo sólo por el libro que escribí (o "edité") sino por casi todos los que aparecen en la lista. ¿No es raro que no aparezca ningún libro "de calidad"?, ¿por qué no está McCarthy, DeLillo, Zambra o Zadie Smith? El tema da para mucho, y aunque algunos traten de reivindicar a los best-sellers aduciendo la premisa de que un libro no puede ser malo si lo leen millones, yo creo lo contrario: un libro malo sí puede venderse como pan caliente (de hecho, así pasa), porque el mundo está lleno de malos lectores o de personas que compran libros livianos para leer sobre la toalla de playa durante las vacaciones. Y ojo, que lo dice una best-seller.

28 noviembre 2007

¿Por qué Becky Sharp es tan flaca?

Sólo una alternativa es la correcta, adivina cuál:
  1. Es anoréxica y/o bulímica.
  2. Toma vinagre de manzana antes y después de cada comida.
  3. Padece de tuberculosis.
  4. Toma a diario un cóctel en base a sibutramina, xenical y nocarb.
  5. Tiene una enfermedad genética que la hace mantenerse delgada.
  6. Practica spinning tres veces al día.
  7. Sólo come lechuga (hasta cuando la invitan a la Fuente Alemana).
  8. Se enfaja de la cabeza a los pies (por eso usa vestidos largos).
  9. No come.
  10. ¿Quién dijo que era flaca?

27 noviembre 2007

Muñecas de Papel

A todos a quienes les ha gustado mi foto de Becky Sharp les recomiendo que visiten el sitio Legacy Pride Paper Dolls donde podrán encontrar decenas de personajes literarios convertidos en muñecos de papel, y hasta la ropa para cambiarles el estilo. Están Emma y Mr. Knightley de Emma, Jo March de Mujercitas, Jane Eyre, Anna Karenina, y muchos más.


.





Si Becky fuera rica (y viviera en Santiago)...

  • Pagaría todas sus deudas (y las de sus amantes).
  • Viviría la mitad del año en París.
  • Tendría un clóset lleno de vestidos fastuosos.
  • Le compraría a su hijo ropa en Burberry y Ralph Lauren (sí, es una snob)
  • Atesoraría miles de libros, aunque no los leyera.
  • Crearía una editorial sólo para publicar a sus amigos escritores.
  • Tomaría clases privadas de Pilates (no son tan tan caras, pero Becky es miserable).
  • Compraría todos los ejemplares disponibles de esa mala novela chilena que leyó en el invierno y los llevaría a una fábrica de papel reciclado.
  • Comería langosta día por medio y haría fiestas ostentosas por lo menos una vez al mes.
  • Iría a visitar a sus amigas repartidas por el mundo.
  • No tendría que acostarse con hombres ricos (sólo con hombres guapos).
  • Se compraría una gran casa en Valparaíso (ojalá en el Cerro Alegre) y la convertiría en el mejor burdel de Chile.
  • Y no tendría que ir tan seguido al casino en busca de $$$$$ para poder sobrevivir.

22 noviembre 2007

Juegos Literarios Gabriela Mistral 2007: Búsquelos en la Basura

Una buena amiga mía participó hace unos meses en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la Municipalidad de Santiago, que cada año premia con 50 UTM (como un millón setecientos mil pesos) a quien gane en los géneros de ensayo, poesía, novela y cuento (en la categoría adulta) y cuento y poesía (en la categoría juvenil).

Había leído del concurso en el diario, y como el premio era bastante tentador, decidió participar con uno de sus cuentos. Sacó las 3 copias requeridas y las fue a dejar a la Dirección de Cultura de la Municipalidad el día 29 de mayo como a las 13 horas, donde sus obras fueron recepcionadas por María Paz.

En el lugar le entregaron una papeleta y le contaron que hasta el momento sólo habían llegado seis obras. Ella era la número siete, aunque todavía faltaba más de un mes para que cerrará el plazo de recepción.

Y no supo nada más del concurso hasta un día de octubre, cuando sin saber porqué, se le ocurrió llamar a la Dirección de Cultura a consultar por el premio. En el teléfono lo atendió el coordinador de cultura de la Municipalidad, el señor Juan Araya Ruiz, quien amablemente le informó que el concurso ya había sido fallado. El señor Araya le preguntó el nombre a mi amiga para ver si estaba dentro de los ganadores, pero el nombre de ella no aparecía ni siquiera entre los participantes. Entonces ella le leyó la papeleta donde se certificaba que su número era el siete, pero el señor Araya le informó que ese número aparecía adjudicado a otra persona. "Lamentablemente se nos perdió su cuento", le dijo, "es que como nos cambiamos de sede entre medio, su cuento se debe haber perdido en la mudanza". "El mío y el de cuántas personas más", le contestó ella, a lo que él no supo qué responder.

Al día siguiente mi amiga mandó una email al alcalde Raúl Alcaíno y a todos los concejales de Santiago donde les contaba lo ocurrido. Sólo recibió respuesta de dos: los concejales Ximena Lyon e Ismael Calderón, aunque en la tarde recibió el llamado del Director de Cultura, el señor José Joaquín Valenzuela, a quien al parecer lo único que le importaba era que este escándalo no trascendiera.

Pero aunque mi amiga no quiso hacer público este incidente ni mandar una carta a El Mercurio, yo creo que lo aquí ocurrió es bastante grave, y no sólo habla del desorden y mala organización de la Municipalidad de Santiago, sino también de la dudosa calidad y transparencia de los Juegos Literarios Gabriela Mistral.

Porque así como mi amiga fue perjudicada, pueden haber sido muchos los concursantes que estén en la misma situación. Personas que participaron confiadas en un concurso literario supuestamente prestigioso, y que ni sospechan que sus obras pudieron haberse extraviado en el camino.

¿Cuántos participaron?, ¿cuántas obras se perdieron?, ¿fue un extravío casual o el concurso fue fallado de manera fraudulenta?, ¿está la Municipalidad de Santiago capacitada para organizar un concurso literario?

Son varias las preguntas que surgen frente a este caso, y pocas las respuesta. Por mi parte creo que los Juegos Literarios Gabriela Mistral 2007 no fueron fallados de manera justa ni transparente, y que el cuento de mi amiga no fue la única obra que se perdió en el cambio de sede. Y tratándose de un concurso literario de gran envergadura, donde sólo en premios se reparten más de 10 millones de pesos, me parece que la Municipalidad debería haber dado la cara y tras reconocer públicamente el error, haber declarado inválido el concurso de este año.
¿O no?

15 noviembre 2007

Murió Sergio Salinas, Fundador del Cine Arte Normandie

Hace unos días murió el crítico de cine Sergio Salinas, profesor universitario y fundador del Cine Arte Normandie. Para él y para todos aquellos que todavía visitan ese antiguo cine del centro, les dedico un mini cuento que aparece en el Metro, y que el año pasado obtuvo el segundo lugar del concurso literario Santiago en 100 palabras.

Es más fácil pillar a un mentiroso...

Hace unos años el actual senador Fernando Flores aseguró en una bochornosa entrevista concedida a la revista Paula que leía aproximadamente trescientos libros al mes, es decir unos diez libros al día. Considerando que cada libro suele tener por lo menos unas 100 páginas, se deducía de la frase que el empresario Flores leía más de mil páginas al día o trescientas mil al mes, lo que cualquier persona habituada a leer sabe que es una cifra altísima y por lo demás, inverosímil.

Porque dejemos las cosas en claro, leer es repasar con la vista letras escritas en un impreso, no hojear ni tampoco leer cruzado. En un período de escasez económica debí vender cursos de lectura veloz, y aunque no logré vender ninguno, sí descubrí que de lectura, el curso no tenía nada. Era sólo una técnica sofisticada para hojear y rescatar algunos datos del texto. Datos que el "lector veloz" luego utilizaba para pasar a la categoría de verdadero lector.

Pero el "lector veloz" no es el único falso lector. También está el solapero, ése que lee las reseñas de los libros, las críticas que aparecen en los diarios o simplemente las solapas de cada volumen, y habla del libro sin problema, aunque apenas haya leído la tapa y la contratapa. En esta triste categoría hay de todo: personas que leen poco, personas que no leen y también lectores a los que les gusta hablar de todo, pero que no tienen el tiempo o el interés por leerlo todo.

A esta última especie pertenece un querido amigo escritor, que tiene en su casa una de las bibliotecas más completas de Santiago, pero al que cada vez que uno le pregunta por un libro de sus estantes contesta: "Lo empecé, pero no me gustó". Lo raro es que eso le pasó con Thackeray, Dickens, Vargas Llosa, Fuentes, Maugham, James y Flaubert. ¿No será sospechoso?

Hojeadores, "lectores veloces" y solaperos -mentirosos todos-, un nuevo libro salió en ayuda de ustedes: "How to Talk About Books You Haven't Read", de Pierre Bayard, donde podrán aprender a hablar de libros sin haberlos leído y así pasar por lectores, aunque sólo hayan leído la revista Vanidades o "La Inteligencia Emocional".

¿Para Quién es la Feria del Libro?


El otro día me encontré con un conocido escritor de bestsellers a la salida de la Feria del Libro de Santiago. Venía cargado de bolsas con libros mientras yo sólo llevaba mi cartera en la mano. "¿Cómo, no compraste nada?", me preguntó sorprendido. "¿Y qué iba a comprar?", le contesté con decepción, "si no hay nada que no esté en las librerías al mismo precio". "Es que la feria no es para ti", me respondió", "tú eres un lector sofisticado". Y yo sonreí, aunque por dentro pensé "si la feria, no es para los lectores, ¿entonces para quién es?"

Y no estoy hablando por hablar, porque ciertamente me di el tiempo de recorrer toda la feria (previo pago de los $1000) y sin tregua, paseé stand por stand en busca de alguna novedad, algún saldo, algo que valiera la pena. Pero nada. Todo lo que había, era lo mismo que uno puede encontrar en las grandes librerías al mismo precio (además sin pagar entrada).

Tampoco encontré ediciones antiguas o descontinuadas ni saldos o promociones. Sí encontré gente paseando y comprando bestsellers y libros de autoayuda, varias presentaciones de libros, uno que otro escritor firmando ejemplares y hartas conferencias literarias (algunas bastante interesantes), pero con escasa asistencia de público. Entonces, surge de nuevo la pregunta: ¿para quién es la feria? Si es para el comprador que aprovecha la feria para hacerse de nuevos títulos, pero no tiene mucho interés en la literatura, entonces las conferencias y mesas redondas están demás.

Y si, por el contraro, está dirigida a los lectores, entonces las conferencias y mesas redondas debieran ir acompañadas de novedades literarias, de libros recientes, de ediciones nuevas y de mejores precios. Yo, por mi parte sólo encontré un ejemplar tapa dura de "Otra vuelta de tuerca" a tres mil pesos. Como para darle otra vuelta de ídem a la organización de la feria para el próximo año.

"El Gran Cuadro": Otra Payasada de la Municipalidad de Santiago

Hace años que venimos escuchando el mismo cantito. Que la Municipalidad no tiene plata para la cultura, que no se puede mejorar el Museo de Bellas Artes, que no hay recursos para bibliotecas ni espectáculos artísticos. Y de repente, aparecen actos como éste: "El gran cuadro", un evento financiado por la Municipalidad de Santiago en el que varios artistas se unen para pintar una réplica de un cuadro de Rugendas, y donde se gastan sin problemas más de 450 millones de pesos del presupuesto municipal.

¿Tiene algún sentido este evento? Porque convengamos que esto no es cultura. Cultura es crear, escribir, pintar, mantener, hacer reflexionar. Copiar un pequeño cuadro de Rugendas y convertirlo en un póster de grandes dimensiones es otra cosa. Puede ser algo divertido, un show o algo anecdótico como el chaleco gigante que hace unos años se hizo en la comuna de La Ligua, pero no es cultura.

Cuatrocientos millones de pesos es mucha plata para una municipalidad como Santiago. Con esa plata se puede mejorar el aseo y ornato de la comuna, se pueden mejorar las áreas verdes y juegos, las señales de tránsito, en fin, tantas cosas. Y si incluso sólo se quisiera destinar ese monto al área cultural, ¿no estaría mejor gastado en algo que quedara en el tiempo y no en un "gran cuadro" que al igual que el chaleco gigante más temprano que tarde quedará en algún basurero municipal?

Con esa plata se podría mejorar el Museo Nacional de Bellas Artes, que todavía no está refaccionado y que hace años no compra obras de arte de calidad superior. Se podría invertir en más libros para la Biblioteca de Santiago, en espectáculos artísticos de buen nivel, en concursos de arte para jóvenes y niños, en fin, en obras de arte que quedaran en la comuna y que realmente acercaran la cultura a las personas.

26 agosto 2007

Agosto: Mes de Festivales en Edimburgo


Durante agosto, la ciudad de Edimburgo se llena de festivales. Está el Festival Internacional y el Fringe, ambos dedicados a las artes escénicas, el Festival Cinematográfico y el de Jazz y Blues, además del Festival de Artes y el Festival Internacional del Libro, que coinciden todos los años en la capital escocesa -desde fines de julio a comienzos de septiembre- llenando las calles de Edimburgo de arte, literatura, teatro y música, y también de miles de turistas. La mayoría de los visitantes llegan atraídos por los espectáculos de teatro y danza que ofrece el Festival Internacional y el Fringe (que es más experimental), aunque también son muchos los que arriban por los otros festivales, en especial por el Festival del Libro que, aunque partió como el hermano menor de estas fiestas, ha crecido de manera tan asombrosa que ya se le considera uno de los mayores eventos literarios del mundo.

Este año el Festival Internacional de Edimburgo tiene en su programación al músico Jordi Savall –uno de los grandes compositores e intérpretes del momento, creador de la música del filme Todas las mañanas del mundo-, notables óperas y ballets, piezas de célebres coreógrafos contemporáneos como Trisha Brown y William Forsythe, e importantes estrenos teatrales como Las Bacantes de Eurípides que, tras diecisiete años de ausencia, marca el regreso a las tablas del actor escocés Alan Cumming. Para espectadores más osados, la propuesta del Fringe para este año ofrece más de cien representaciones distintas donde las comedias stand-up de Stewart Lee y Ed Byrne y el estreno teatral de la novela Hotel World de la escritora Ali Smith, son las más esperadas. En cuanto a las bellas artes, el Festival de Artes de Edimburgo exhibe hasta el 2 de septiembre una gran muestra de retratos del fotógrafo norteamericano William Egleston, una completa retrospectiva consagrada a Andy Warhol y dos exposiciones dedicadas a Pablo Picasso: Fired with passion, que exhibe sus trabajos desde el año 1947 al 1961, y Picasso on Paper, que recopila más de 100 dibujos del artista.

Para loa amantes del cine, el 15 de agosto se inauguró la versión 61 del Festival Cinematográfico de Edimburgo, que desde el próximo año se realizará durante el mes de junio para no verse opacado por los otros festivales de la ciudad, y en especial por el Festival Internacional del Libro, que abrió sus puertas el 11 de este mes, y llenó de estrellas literarias la capital de Escocia. Más de 600 autores de 40 países están invitados a esta enorme feria de las letras, desde el laureado Richard Ford hasta los exitosos Alan Bennett e Ian McEwan, pasando por las apariciones “vituales” de Norman Mailer y Alice Munro, y el esperado lanzamiento de la versión ilustrada de La Vida de Pi de Yann Martel. De Norteamérica vienen, además de Richard Ford, Joyce Carol Oates, Edmund White y las ganadoras del premio Orange, Ann Patchett y Valerie Martin. La lista es inmensa, incluye al poeta Nick Laird, al ganador del premio booker Graham Swift, a las célebres Margaret Atwood y Doris Lessing, al joven talento Hari Kunzru, a los latinoamericanos Laura Restrepo y Alan Pauls, y a un sinfín de escritores que hasta el 27 de agosto honrarán la ciudad de Edimburgo, que no por nada fue nombrada el 2004 capital literaria por la Unesco.