29 octubre 2008

Se acabó la entrevista

Amigos, siento tener abandonado este blog, pero he estado metida en mil y un quehaceres. Por mientras les dejo una hilarante entrevista que le hicieron al senador Fernando Flores hace un tiempo, y que me acaba de mandar mi amigo Diego Lira por e-mail. Nada personal, senador Flores, por favor no se vaya a enojar conmigo también.

15 octubre 2008

Sobre Siri Hustvedt

Con mucho agrado leí ayer en la Revista Ya la entrevista que le hizo María José Viera-Gallo a Siri Hustvedt en la casa que comparte con su marido, el escritor Paul Auster, en Nueva York. La Hustvedt es una escritora que me gusta mucho -su novela Todo cuanto amé, me pareció fascinante-, pero además es una mujer inteligente, poco pretenciosa, profunda, pero no grave, y que cuando le preguntan por su famoso marido no tiene problemas en hablar de él (a diferencia de esas figurillas de la farándula nacional que ante cualquier pregunta saltan con su manoseado "de mi vida privada no hablo"). Ella, segura de sus méritos propios, habla de él y de ella sin complicaciones, y de cómo compartir el oficio de escritor los ha unido mas que separado.

Cuando le preguntan por la cultura de nuestros tiempos, la Hustvedt lanza una frase que comparto plenamente: "Está lleno de expertos de las cosas más inimaginables, que al mismo tiempo nunca han leído Madame Bovary". Qué cierto. En cuanto a sus autores favoritos, nombra a DeLillo, las hermanas Brönte y Emily Dickinson. Buena elección. 

En otra parte de la entrevista dice que no cree en la literatura de género, sólo en la literatura. Y en esto coincido con ella. Porque claro, hay literatura buena y mala (o literatura y no literatura), pero ya llega a ser absurdo seguir hablando de literatura femenina, liviana o gay sólo cuando algo no es bueno. Eso se llama mala literatura, porque los buenos escritores no cargan con etiquetas (¿alguien alguna vez dijo de E.M. Foster o Maugham eran literatura gay o que Charlotte Brönte era "literatura de chicas"?). Un buen libro con personajes homosexuales no es literatura gay y un buen libro con protagonistas mujeres no es "Chick lit". Y estas etiquetas sólo aparecen en los best-sellers o en libros de dudosa calidad del tipo "Sex and the city" y "El Diario de Bridget Jones".

Lean a la Hustvedt. Por lo menos yo espero con ansias que salga en español su último libro, The Sorrows of an America.



14 octubre 2008

Aclaración

No sé si alguien en la Clínica Las Condes leyó mi post anterior, pero lo cierto es que ayer en la tarde tuve que volver al que llamé "un infierno seudo hospitalario" y fui recibida de lo más bien. De partida el doctor se excusó por haberme dejado plantada el otro día, porque al parecer la secretaria me confundió con otra paciente que había cancelado su hora y por eso él se había retirado antes. Y me dijo que estaba al tanto del error en la cuenta médica y que se estaba haciendo una investigación en la clínica para ver qué es lo que estaba pasando con los cobros de los anestesistas. Además me explicó que las operaciones que me habían hecho tenían por finalidad evitar que me extrajeran la glándula, por lo que me pedía que confiara en él y que me hiciera una tercera intervención en el piso de la lengua para solucionar mis molestias bucales sin tener que sacar la glándula salival. Y que si esto no resultaba, ahí recién pensarían en sacarme la glándula submaxilar.

Como sea, lo increíble es que le creí y volví a confiar en él. Y para esta semana tengo programada una nueva operación sublingual, que espero sea la última. A la salida de la consulta, que duró por lo menos 30 minutos, me dirigí a la caja a pagar, y cuál no sería mi sorpresa cuando me dicen que la visita no tenía costo "para mí". En fin, ahora que la Clínica Las Condes se ha puesto más amable, volveré a meditar mi decisión de abandonarla (y dependiendo del resultado de esta última intervención, veré si la sigo considerando "un infierno seudo hospitalario"). Lo único que espero es que no me llamen a declarar por el tema de los cobros médicos, que ya una vez tuve que ir a dar mi testimonio a la Municipalidad de Santiago cuando perdieron mi cuento y no fue una experiencia agradable (menos saber que luego de esta investigación decidieran cerrar la convocatoria a los juegos florales Gabriela Mistral). Y espero que todo salga bien y que terminen de una vez mis molestias glandulares. 

Y a los que esperan su sesión mensual de narrativa, debo informarles que Becky Sharp suspenderá sus actividades literarias por esta semana, y que el taller que dicta con tanto esmero y profesionalismo se realizará el lunes 20 de octubre en un lugar que ya será anunciado. Cariños a todos, y excuse-moi clínica Las Condes si fui muy precipitada en mis juicios.

10 octubre 2008

Au revoir, CLC

Ayer tuve que ir de nuevo a la clínica Las Condes por mi repetido problema en la glándula salival. Como ya me han operado dos veces (las dos con anestesia general) y todavía el tema no se soluciona mi humor no era de los mejores. Porque sinceramente el asunto me tiene bastante cansada y no entiendo cómo algo que supuestamente era tan fácil de mejorar todavía sigue causándome molestias. 

Entonces llegué molesta a mi hora con el cirujano que tanto me habían recomendado (el llamado "monstruo" de los otorrinos) y que ya me ha operado dos veces sin obtener ningún resultado positivo. Mi sangre no estaba fría (es más creo que mi lado Mazzetti bullía en mi interior) y como había llegado con anticipación pasé a pagar la cuenta de la operación pasada que seguía impaga porque la isapre se había demorado en emitir bonos y reembolsos. Y fue en la oficina de "cuentas médicas" donde pasé mi primer mal rato matinal cuando me pasan la cuenta y veo que la operación menor que me habían hecho ("una cosita ambulatoria, simple", como me había dicho el doctor) me estaba costando más de dos millones de pesos. Sólo en cama y derecho a pabellón era un millón de pesos y eso que me tuvieron en un box de recuperación por dos horas antes que me dieran el alta y que jamás pisé una pieza de verdad. Pero como la isapre pagaba el 90% no me importó pagar la diferencia, aunque claramente el precio estaba ridículamente inflado. Pero mi gran sorpresa fue ver los honorarios médicos, que por supuesto la isapre no estaba dispuesta a cubrir en su totalidad: cirujano 400 mil, anestesista 600 mil. ¡¡¡600 mil!!!, grité yo. Creerán que uno es tonta y no sabe lo que cuestan las cosas. 

Me negué a pagar aduciendo que una operación de menos de una hora, ambulatoria, no podría tener ese valor de anestesia. Si yo en el verano había pagado 40 mil pesos por una gran operación que le hicieron a mi hija (con extracción de cristalinos, implante de lentes intraoculares en ambos ojos y anestesia general) en la Clínica Luis Pasteur, no entendía por qué tenía que pagar 600 mil pesos sólo en anestesia ahora, 600 mil pesos que la isapre se negaba a pagar. Y molesta me dirigí a la consulta del "monstruo" porque ya se acercaba la hora de la consulta a la que él me había citado, dispuesta a preguntarle por sus honorarios y a exigirle una explicación por mi tema glandular aún no resuelto. 

Pero cuál no será mi sorpresa cuando llego al quinto piso y me informa la secretaria que el doctor se había "olvidado" de mi hora y se había ido al aeropuerto. Por teléfono, el "monstruo" de la cirugía mandaba decir que me podía ver cualquiera y que pidiera hora con él para tres semanas más. Y ahí sí que no aguanté y le dije a la secretaria que no tenía problema en verme con el sustituto, pero que se olvidara si pensaba que iba a volver en tres semanas más. Quien me deja plantada, fregó, ¿o acaso creerá "el monstruo" que es el único doctor de la tierra? 

El sustituto resultó de lo más serio y encantador y me explicó que cuando una glándula tiene problemas la única solución era extirparla. O sea, me habían hecho pasar por dos operaciones innecesarias (a una persona con problemas cardiacos y que toma anticoagulante) para llegar a la conclusión que había que sacar lo que en un principio me deberían haber sacado. Le pregunté si él me podía operar y me respondió que no podía, porque le ponía un problema con "el monstruo". Sincero. Y cobarde, como todos estos doctores de la clínica Las Condes que viven cubriéndose sus espaldas y las de sus colegas.

Pero lo más increíble pasó mientras salía de la consulta del otorrino suplente. Mientras esperaba que llegara el ascensor me llaman de "cuentas médicas" que "alguien" se había equivocado en tipear un código y que el costo de la anestesia no era 600 mil pesos, sino 160 mil, de los que la isapre me pagaba su buena cantidad. ¿Cómo puede un clínica seria caer en ese tipo de errores? ¿seré mal pensada si creo que más que un error era una estafa? Y con esa duda en la cabeza me dirigí a pagar los honorarios médicos mientras a mi lado pasaban mujeres vestidas de buzo y Louis Vuitton, señoras con la guata al aire, anteojos dorados y sobredosis de bótox, niñitos morenos con mamás rubias oxigenadas, mujeres con carteras grandes y zapatos de taco alto de muy dudoso gusto y niñeras peruanas de mirada ausente. Y me pregunté, ¿qué haces Becky Sharp en este infierno seudo hospitalario? Huir, me respondí. Adoro a mi cardiólogo y a mi ginecólogo, y mis tres niños han nacido en este lugar, pero -con el dolor de mi alma- creo que llegó la hora de abandonar esta clínica del horror y el dorado, del taco alto y la blusa atigrada. 

Creo que llegó la hora de buscar un nuevo otorrino, no "un mostruo" de la cirugía y de los precios, sino en alguien que se preocupe por mi salud y que no me deje plantada, ni me pregunte por mis vacaciones, ni me haga pasar por dos operaciones innecesarias. Creo que llegó la hora de abandonarte, Clínica Las Condes, porque ya me molestaba hace tiempo tener que pagar estacionamiento si uno no iba a pasear (por lo menos yo) y me molestaba tener que pagar consultas de cincuenta o sesenta mil pesos y exámenes más caros que en otras clínicas del sector. Pero el "error" en la cuenta médica fue mucho, y la poca preocupación del otorrino también. Y la gente tan extraña que circula por los pasillos, con mucha plata pero con poquísima educación ("shusha, mami, se me enredó la shala con la calza", le escuché decir a una seudo prostituta en el ascensor), me obliga a tomar mi linda cartera francesa y dirigir mis preciosas piernas a otro lugar. Au revoir, CLC, me saturaste querida, espero no verte en un buen tiempo más. 

08 octubre 2008

Una carta

Cuando este blog era anónimo me atrevía a escribir sobre cualquier tema. Pero ahora  que varias personas conocen mi identidad me es más difícil contar (por miedo a pasar por ridícula, por temor a ofender o simplemente por terror a alguna represalia), y por eso es que tengo cada vez más abandonada esta Feria de las Vanidades. Además he estado con muchas cosas: trabajos, eventos familiares, viajes y proyectos personales que me han dejado poco tiempo para el ocio y la lectura. De hecho recién voy en la mitad de la Piedra Lunar (y eso que ando trayendo el libro en el auto para leerlo mientras espero en el dentista de los niños o cuando paso a tomarme mi café matinal). Pero así y todo no avanzo, aunque el estilo narrativo de Collins me tiene gratamente sorprendida, en especial esa manera de intercalar relatos personales con cartas de los distintos protagonistas. 

Y a propósito de cartas, quisiera publicar ésta que me llegó el otro día. Es anónimamente encantadora y venía hasta con una ilustración (que publico también arriba). Tengo mis sospechas de quién es el autor de la misiva, y por supuesto le mando mi más infinito agradecimiento y amor. Se las dejo:





Querida Becky:

Le agradezco que por trece años me haya compartido con sus amantes y
admiradores ocasionales. Me hubiera gustado ser el único, pero prefiero
luchar por usted día a día, conquistarla todo el tiempo, acordarme que nada
en la vida es gratuito, menos el amor. Y aunque a veces he sufrido por su
carácter rebelde y sus continuas infidelidades estas me han enseñado que
también prefiero a Becky Sharp un monstruo de la perversidad que a Amelia un
monstruo de la estupidez.
Siempre suyo, 

Su amante y admirador secreto..

02 octubre 2008

De Gira

Querido Random: Se te extraña mucho por estos lados, aunque presumo que en medio de tu importante gira literaria no has tenido ni tiempo para acordarte de mí. Te imagino firmando libros, hablando con tus lectores, sonriendo a todo el mundo, conversando de los temas que tanto te apasionan. Acá en Chile las cosas han estado de lo más bien. Mi vecina -¿te acuerdas de la loca, no?- al parecer estuvo internada durante un par de semanas, porque no se le vio ni la sombra, pero apenas llegó el lunes y ya descubrió una nueva manera de llamar la atención: poner el himno nacional a las 8 de la mañana a todo volumen con la radio apuntando hacia la ventana de mi pieza. Pero debo decirte que ya ni me importa, es más, me da pena. La pobre, desesperada porque ya no la miro ni la escucho, hoy día llegó a decir a todo pulmón que mi casa estaba embrujada. Todo porque, al parecer, le molestó que una revista de decoración haya pasado el día entero fotografiando mi linda morada, mientras su casa enrojecía de envidia (de hecho el color damasco de sus paredes ya casi está burdeo). Es triste ver ese espectáculo, porque como decía el chavo, "la envidia no es buena, mata el alma y la envenena", y la pobre se ve cada día más marchita mientras yo siento que mi casa, mi familia, y por qué no decirlo, yo misma, florecemos cada día más.

Ansío tu pronto regreso para que me cuentes los pormenores de tu gira. Quiero saber de McEwan, de Hollinghurst, de Kureishi, ¿es cierta la belleza de Zadie Smith? Porque yo sólo los conozco por las solapas de los libros, en tanto tú has podido codearte con ellos durante más de una semana. No quiero regalos ni poleras del tipo "I love NY", sólo que me traigas las noticias literarias más sabrosas de la gran capital. Acá de verdad se te ha extrañado mucho, hasta Stephen ha declarado que tu ausencia lo tiene mal. Y me imagino tu novia cómo debe estar de ansiosa por verte y tan deseosa de entregarte ese regalo de cumpleaños que no alcanzaste a recibir. Yo también te tengo un presente, algo humilde y poco costoso, porque las finanzas no han estado de lo mejor. De hecho, te escribo estas palabras desde un cyber café de Huérfanos, porque este mes no pude pagar internet. Pero creo que octubre se viene más auspicioso en lo económico y también en lo laboral. Ya tendremos tiempo para ponernos al día, pero regresa pronto que se te extraña una enormidad. y esperemos que para la próxima gira literaria te pueda acompañar alguno de nosotros (yo me conformaría con un décimo de tu gira, en especial con ese encuentro con Richard Ford). Un beso a la distancia, 
tu amiga,
Becky Sharp