24 febrero 2009

La Noche - Que Nadie Se Entere

 

Debo reconocer que tengo un lado muy farandulero que se me desarrolla cada año a fines de febrero cuando comienza el festival de Viña y todos los programas afines. Y es que GOZO con el festival de Viña y la transmisión por TV (aunque también me gusta verlo en directo) y me encanta ver la llegada de los artistas (que nunca son muy buenos) y la locura de los periodistas por hacer notas y robarse frases exclusivas. 

El lunes gocé con Camila y me lo bailé todo con La Noche, y anoche quedé afónica de tanto cantar y bailar con Juanes. Debe ser mi espíritu de fan el que renace cada febrero y me hace seguir cualquier programa de farándula y descubrir que son tan malos y poco profesionales. En general, debo afirmar que los periodistas de farándula dejan mucho que desear y no tienen idea ni de música ni de moda ni de nada. 

Pero igual me entretengo escuchando las opiniones sobre los animadores y los vestidos de los asistentes. El otro día un periodista aseguraba que Farkas se había gastado 40 millones en su traje, lo que es imposible, por muy Zegna que sea, porque no cuestan eso. O que su mujer, Tina, se veía elegante con su vestido de plumas, cuando francamente era un bodrio de principio a fin. De la Soledad Onetto he escuchado que la tratan de "dama" y "elegante", en un arranque de siutiquería de los periodistas que confunden el pelo rubio de la animadora con elegancia y su modo fruncido de hablar con inteligencia o corrección. Yo encuentro que lo ha hecho genial, pero de ningún modo la encuentro elegante o distinguida, es más creo que su éxito está en mostrarse natural y cercana a la masa,  evitando pasar por algo que no es.

Y como ando medio opinóloga no puedo dejar de decir unas cuantas apreciaciones:

¿Por qué la Argandoña se viste tan mal? ¿Nadie la asesora? Y esa peluca, tan pasada de moda, ¿qué onda? ¿es para darle seriedad? Un horror. 

¿Qué pasó con Jennifer Warner? Yo encontraba que lo hacía de lo más bien. Y estaba tan feliz de estar en el Buenos Días a Todos y poder sentarse al lado de Camiroaga. ¿Por qué la sacaron? ¿Se peleó con Tonka? Yo no me creo lo del acuerdo económico y me parece increíble que los programas de farándula no hayan reporteado el tema. Realmente son muy flojos. Y los editores, bien pavos de no cubrir la noticia.

Lo otro que me preocupa es el tema de los vestidos que usan las mujeres de la TV. ¿Por qué se disfrazan de viejas? ¿Por qué no usan peinados más naturales? Deberían haber mirado la entrega de los Óscar. Ahí hay mujeres bien vestidas y joyas de verdad. En cambio en este Festival sólo se ven vestidos como de otra época, que no marcan tendencia, y unos peinados como de peluquera de barrio. Fatal. La Soledad Onetto, la "Sole", como le dicen, es un amor, simpática, etc. pero tiene carita de plato, patitas cortas y el potito gordito, entonces, por favor, no le tomen el pelo ni le hagan tanto cachirulo, ni le pongan vestidos colorinches de sirena que la acortan tanto. Sáquenle partido a sus hombros, a su cara, alárguenla, pero lo la achiquen más, que al lado de Felipe parece un gnomo. Ah, y póngale alguna joyita, un collarcito de brillantes o unos aros largos. El negro y los brillantes no fallan. O si no miren a una Kate Winslet.

Y Felipe, me parece genial que no haya innovado y que vista de traje oscuro riguroso. Porque cuando le da por ponerse "juvenil" suele embarrarla. Nada con bluyines anchos o poleras con dibujos colorinches. Se ve mejor sencillo. Además no necesita más.

La verdad es que cuesta encontrar gente bien vestida en este Festival. De los jurados, ni que hablar. Farkas, un payaso con peluca y todo. La Fulop, mal y ese poto falso, terrible. La Salosny, un amor, bajita y ubicada, nada mal, aunque tampoco genial. Bodenhöfer, como artista, bien, en su onda John Malcovich nacional. La Hansen, mal, ¿por qué nadie les dice a los peluqueros de Viña que los rulos no se llevan hace años? Menos esos tirabuzones de niñita bien. Tampoco el pelo rubio.

En fin, creo que ya he opinado bastante. Para hoy espero más show. Y aunque mi amado no soporta este evento musical de segunda categoría (amor, eres demasiado intelectual), mis hijos se han convertido en incondicionales y hoy, hasta las compras de útiles escolares las hicimos al ritmo de La Noche, y su "una, otra, otra vez, a escondidas devorarnos de placer". Un hit.  El último relajo antes de entrar a marzo. 

18 febrero 2009

Casi al término del verano


El lugar donde veraneo tiene una panadería azul que es diabólica y cuyas hallullas me tienen poseída. Y un video club con películas pasadas de moda, pero donde es posible conseguir -con un poco de conversación y astucia- todas las últimas películas (incluso las que no se han estrenado en Chile). Además tiene una playa larga y linda, y una nube gigante que por lo general tapa el sol durante los fines de semana.

Es un balneario tranquilo, sin pachanga ni "teams" de verano, sin colaless ni basura en la arena. A la playa suelo bajar con un libro, porque sino corro el riesgo de escuchar cosas de las que prefiero no enterarme y un arsenal de baldes para que mi hija menor me deje leer en paz. En esa playa terminé de leer Acción de Gracias -al fin- y Tigre Blanco, el fantástico libro del indio Aravind Adiga. Pronto espero terminar con La Maravillosa Vida breve de Óscar Wao, de Junot Díaz, que me tiene encantada. Acá también vi todas las últimas películas: El Lector (muy buena), La Duquesa (muy buena), Women (Pésima), La Duda (buena), Slumdog Millionaire (Excelente) y Todo por un Sueño, la gran película del verano, basada en el libro Vía Revolucionaria de Richard Yates (si quieres leer más sobre el autor, pincha este excelente artículo de Revista de Libros de El Mercurio).

Pero a pesar de haber leído harto (también leí a Poe) y de haber visto muchas pelis, siento que todavía me faltan más cosas por hacer antes de volver de vacaciones. Me falta bañarme más en el mar, tomar un poco más de sol, comer un par de palmeras doradas, leer otro libro, andar más en bicicleta y volver a ganarles a mis hijos en las paletas. Todavía me falta otra caminata de la mano y otro pisco sour, otra conversación ociosa con alguna amiga y otro beso bajo el quitasol fucsia con amarillo, otro beso con sabor a cuchuflí, arena y mar.