09 noviembre 2009

El viernes cuando nos juntamos a celebrar, no teníamos nada por qué celebrar. No nos veíamos hacía tiempo y nuestro mini taller nos tenía desmotivados. Además la primavera había hecho estragos en algunos -llenándolos de melancolía- mientras otros habían sufrido la enfermedad de algún cercano o simplemente no se habían sentido felices. Yo había estado muy ocupada, preocupada, triste y también confusa. Pero había que sobreponerse a todo y juntarse. Aunque nuestro querido Olán también nos había defraudado con su alza de precios y había que buscar otro local bueno y barato donde comer y conversar. Y la sugerencia de V. no podría haber sido mejor: el Rishtedar, de calle Holanda. Muy buena comida india, a buen precio, y en un lugar más que relajado. Johnny, el mozo, un encanto, y con su acento ecuatoriano nos hizo pedir de todo un poco: camarones, cordero y mi favorito: el murgh mitha massala, pollo con crema de coco y masala, que estaba una delicia con el arroz y el naan como inmejorable compañía. Pero lo mejor fue volver a vernos, compartir nuestras tristezas y frustraciones, reírnos hasta que nos doliera la guata, compartir el vino y el erótico postre con forma de bolas, y por sobre todo unirnos en torno a esa extraña pipa de agua que nos prestó Vikram, el dueño, para que fumáramos tabaco con mango, haciéndonos compartir un par de boquillas con forma de serpiente y logrando que olvidáramos nuestros problemas por un momento y nos acercáramos más.
Y lo más increíble de todo es que, aunque no teníamos nada que celebrar, sin saberlo estábamos celebrando. Celebrábamos el tenernos como amigos incondicionales, y celebrábamos nuestros pequeños logros, nuestras pequeñas historias cotidianas. Y aunque no quisimos hablar del mini taller y de nuestra falta de motivación, sin saberlo también estábamos celebrando el primer éxito de nuestros encuentros literarios y un triunfo más de nuestro querido tallerista RC. Porque al día siguiente, cuando apareció el listado de ganadores del concurso de cuentos de la revista Paula, ahí estaba su cuento, el cuento El Pozo que él había escrito para nuestro mini taller, y su seudónimo que nos parecía un poco ridículo -Duke Portugal- ahora nos sonaba hasta encantador. Y como organizadora del taller no pude menos que llenarme de orgullo y felicidad. A todos nos había gustado su cuento, y ahora el jurado lo premiaba.
Quizás este es el impulso que necesitábamos para seguir escribiendo. Sentir que no estábamos tan perdidos. Y que tenemos excelentes escritores entre nuestras filas. Ahora todos festejamos y celebramos, con el recuerdo de la pipa de agua todavía en mis labios y con la felicidad de tener entre mis amigos a un ganador. Felicidades Rodrigo, que el mini taller esté contigo. Y a seguir escribiendo, tú y el resto, que todavía está pendiente el mini taller de este mes.

2 comentarios:

STEPHEN DEDALUS dijo...

Qué gran noticia. Felicitaciones a Rodrigo. Y a Becky y su estupendo taller.

Intrigado dijo...

Becky, que gran post, me alegro que haya dejado atrás las tristezas y cansancios. El otro día me encontré con un amigo en común que la vió retirarse ya de día - y acompañada!! - de un matrimonio, que al parecer fue todo un evento. ¿Es verdad lo que se cuenta acerca de Romina Power?

Besos,

Intrigado