
La cosa es que después de pasearme por todo el supermercado con el carro lleno de cosas, sortear diferentes obstáculos (especialmente humanos), esperar en la eterna fila de la caja y pagar con un cheque al día, me disponía a salir del Jumbo cuando al pasar por la puerta suena la alarma y me detiene el guardia, quien después de cerciorarse de que era mi cartera y no mi carro el que sonaba, llamó a la jefa de los guardias la que llegó, en un segundo, para obligarme a abrir mi inocente bolso playero.
Y ahí, a vista de todos quienes a esa hora salían y entraban al supermercado, tuve que sacar todas mis cosas hasta que entre los dos guardias encontraron el objeto que sonaba: era mi libro, mi Regreso a Howards End que hace poco había encargado a Buenos Aires y que venía con la alarma de la Librería Santa Fe. Entonces con la poca amabilidad que me quedaba en mi interior le expliqué a la señorita guardia que ese libro era de Argentina, que no lo había encontrado en Chile y que no había ninguna posibilidad que lo vendieran en el Jumbo, a lo que ella contestó "que debía comprobarlo". Y muy altiva se desapareció con mi libro durante 20 minutos mientras yo debí esperar con el otro guardia a que ella regresara.
Cuando volvió, me pasó el libro y me dijo "tome, no lo venden en Jumbo", y yo tomé mi mala edición de bolsillo, la guardé en la cartera y me fui furiosa sin contestarle. Qué le iba a decir, si ya me había arruinado mi plácida tarde de piscina.
Y ahí, a vista de todos quienes a esa hora salían y entraban al supermercado, tuve que sacar todas mis cosas hasta que entre los dos guardias encontraron el objeto que sonaba: era mi libro, mi Regreso a Howards End que hace poco había encargado a Buenos Aires y que venía con la alarma de la Librería Santa Fe. Entonces con la poca amabilidad que me quedaba en mi interior le expliqué a la señorita guardia que ese libro era de Argentina, que no lo había encontrado en Chile y que no había ninguna posibilidad que lo vendieran en el Jumbo, a lo que ella contestó "que debía comprobarlo". Y muy altiva se desapareció con mi libro durante 20 minutos mientras yo debí esperar con el otro guardia a que ella regresara.
Cuando volvió, me pasó el libro y me dijo "tome, no lo venden en Jumbo", y yo tomé mi mala edición de bolsillo, la guardé en la cartera y me fui furiosa sin contestarle. Qué le iba a decir, si ya me había arruinado mi plácida tarde de piscina.
1 comentario:
Típico lo de las alarmas... el otro día andaba de compras navideñas en un centro comercial del sector oriente con mi ejemplar de Expiación en el bolso y me sonó la alarma a la salida de una tienda...de ropa. Menos mal!
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