Anoche celebramos el cumpleaños de mi amado. Un cumpleaños sencillo, con la comida peruana más rica de Santiago y los pisco sours más insuperables, con nuestros queridos amigos que llegaron puntualmente a la cita -con sus preciosos regalos y sus mejores sonrisas-, y que le obsequiaron una noche preciosa a mi amado que, aunque detesta sus cumpleaños, estaba feliz con la celebración.
Porque aunque él diga que no le importa esa fecha, yo sé que cada año espera el llamado de sus amigos y de su familia, y los regalos y atenciones de sus seres queridos. Y, a pesar de que algunos de sus cercanos hayan olvidado saludarlo, recibió lindos regalos de sus amigos y de sus hijos y su mujercita, quienes lo acompañamos al museo hoy domingo a ver sus esculturas favoritas, y de paso visitar la interesante muestra de Niemeyer y la no tan interesante muestra de Hugo Marín. Y después a almorzar a uno de sus lugares favoritos, donde en voz baja le cantamos el Feliz Cumpleaños y le deseamos 38.000 años de felicidad. Un beso grande, Jorge, y que cumplas muchísimos y muchísimos años más.
2 comentarios:
Estuve comiendo en un localcito peruano chic.snob anoche (como parte de mi trabajo) con mi hijo (algo entradito en carnes) y mi esposo (si, tengo esposo). Creo haber advertido dos mesas más allá de la mía un grupito variopinto y ruidoso celebrando un cumpleaños. Seis o siete varones tibiamente buenmozos y una chica bella aunque algo excentrica entre ellos (decía haber sido tocada por no se que secreto). Al restorán le daré 5 tenedores de 6 en mi próxima crítica. Cúlpese del tenedor faltante al volcánico grupito. Del festejado sólo pude advertir su espalda enfundada en una camisa negra como sus comentarios. Creo que le regalaron un buen vino, chocolates y un mejor CD. Tb un calzoncillo (por lo que puede ver estirando de mi exiguo cuello) que dificilmente mi marido podría vestir con dignidad.
La crítica.
P.D: También encontre una cucaracha en mi plato y el aseo del baño haría sonrojar al mismo atahualpa.
Sra. crítica gastronómica, vaya que miró hacia nuestra mesa. Podrá haberse dado cuenta que el buen vino debió ser consumido como bajativo, al igual que los deliciosos chocolates orgánicos. Por suerte el calzoncillo llegó intacto a la casa, así como el compac de Radiohead que ya escuchamos durante la tarde. Lamento lo de la cucaracha y el baño, por suerte tengo mala vista, y como dice el dicho popular: ojos que no ven, corazón que no siente.
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