Hace años tengo una deuda pendiente con Crimen y Castigo y creo que ya llegó la hora de saldarla. Porque, aunque no soy supersticiosa, creo que Dostoievski ya me ha dado demasiadas oportunidades de leer su libro, y por años me he negado -sin razones de peso- de cumplir su afán.
La primera oportunidad me la dio hace como once años, cuando en un ramo de Estética me dieron a leer al gran maestro ruso y elegí Los Hermanos Karamásov, por sobre Crimen y Castigo, aunque compré ambos libros y dejé relegado al segundo para un momento que nunca llegó.
Y por años dejé guardado el libro en mi gran librero, y preferí leer a cientos de otros autores en vez de leerlo a él. Hasta que un día de octubre del año 2006 quedé entre los diez ganadores del concurso "Santiago en 100 palabras", y terminé obteniendo el segundo lugar con mi cuento "Normandie". Y no saben quién ganó el primer premio: el cuento "Dostoievski" que imaginaba a Fédor paseando por nuestra ciudad. Ese día me prometí leer, por fin, Crimen y Castigo, un libro que hace años tenía guardado en mi librero y más encima que había sido escrito por un autor que tanto me había deleitado con sus Hermanos Karamásov.
Pero por supuesto olvidé mi promesa y sucumbí ante Maugham, Thackeray, Zadie Smith, McEwan y tantos otros más. Eso fue hasta ayer, cuando mientras esperaba que me abrieran mi glándula por segunda vez (y al parecer última), entra el anestesista a hacerme las preguntas de rigor, y cuál no será mi sorpresa cuando descubro que junto a mi inmenso expediente médico, el doctor llevaba en su mano un ejemplar de Crimen y Castigo. Así de natural, como quien lleva un Ipod o un celular, él llevaba al quirófano su enorme edición de Crimen y Castigo. Y mientras me clavaba una aguja en mi brazo delgado, no dejé de preguntarme si no era un mensaje que me mandaban del más allá.
Si era así, ¿qué me estaban tratando de decir? Que hice algo mal y por eso enfermé mi glándula submaxilar. O tal vez que debería volver a concursar en un certamen literario y esta vez obtener el primer lugar. O simplemente, como me dijo mi amigo Víctor desde Grecia, que la literatura sólo era un asunto de vanidad y que hasta los libros eran usados para atraer miradas y llamar la atención. Quizás simplemente fue un llamado de Dostoiveski, que me daba una última oportunidad. Y como no quiero contradecirlo, apenas termine Franny y Zooey, buscaré entre las decenas de cajas mi ejemplar de Crimen y Castigo, aunque prometo no pasearme con él bajo el brazo (menos en tribunales, cárceles o salas de operación).
La primera oportunidad me la dio hace como once años, cuando en un ramo de Estética me dieron a leer al gran maestro ruso y elegí Los Hermanos Karamásov, por sobre Crimen y Castigo, aunque compré ambos libros y dejé relegado al segundo para un momento que nunca llegó.
Y por años dejé guardado el libro en mi gran librero, y preferí leer a cientos de otros autores en vez de leerlo a él. Hasta que un día de octubre del año 2006 quedé entre los diez ganadores del concurso "Santiago en 100 palabras", y terminé obteniendo el segundo lugar con mi cuento "Normandie". Y no saben quién ganó el primer premio: el cuento "Dostoievski" que imaginaba a Fédor paseando por nuestra ciudad. Ese día me prometí leer, por fin, Crimen y Castigo, un libro que hace años tenía guardado en mi librero y más encima que había sido escrito por un autor que tanto me había deleitado con sus Hermanos Karamásov.
Pero por supuesto olvidé mi promesa y sucumbí ante Maugham, Thackeray, Zadie Smith, McEwan y tantos otros más. Eso fue hasta ayer, cuando mientras esperaba que me abrieran mi glándula por segunda vez (y al parecer última), entra el anestesista a hacerme las preguntas de rigor, y cuál no será mi sorpresa cuando descubro que junto a mi inmenso expediente médico, el doctor llevaba en su mano un ejemplar de Crimen y Castigo. Así de natural, como quien lleva un Ipod o un celular, él llevaba al quirófano su enorme edición de Crimen y Castigo. Y mientras me clavaba una aguja en mi brazo delgado, no dejé de preguntarme si no era un mensaje que me mandaban del más allá.
Si era así, ¿qué me estaban tratando de decir? Que hice algo mal y por eso enfermé mi glándula submaxilar. O tal vez que debería volver a concursar en un certamen literario y esta vez obtener el primer lugar. O simplemente, como me dijo mi amigo Víctor desde Grecia, que la literatura sólo era un asunto de vanidad y que hasta los libros eran usados para atraer miradas y llamar la atención. Quizás simplemente fue un llamado de Dostoiveski, que me daba una última oportunidad. Y como no quiero contradecirlo, apenas termine Franny y Zooey, buscaré entre las decenas de cajas mi ejemplar de Crimen y Castigo, aunque prometo no pasearme con él bajo el brazo (menos en tribunales, cárceles o salas de operación).
10 comentarios:
jajajaj muy divertido tu post becky. La coincidencia del concurso del metro y el anestesista es genial. Yo creo que deberías mandar un cuento al concurso literario más próximo que haya. Y leer a dostoievsky no hace mal.
Según algunos ilustres críticos no te has perdido mucho leyendo poco de FD, cito al gran VN:
"A good third [of readers] do not know the difference between real literature and pseudo-literature, and to such readers Dostoevsky may seem more important and more artistic than such trash as our American historical novels or things called From Here to Eternity and such like balderdash."
Vladimir Nabokov
La historia de la literartura y sus grandes obras.... me acabo de leer esto, es muy bueno aquello...que profundo es..., que buenos los ... de...
Siempre he creido que si algo atenta contra nuevos escritores, pintores y artistas en general es la historia. Muchas veces he pensado que no existe nada más valioso que ser honesto con el gusto de uno, y si eso significa escribir loas a un asesino como Stalin, bueno que asi sea, me imagino que el vate habrá sabido que el "hombre de acero" se cargó a no menos de cuarenta millones cuando escribió “Stalin es el mediodía / la madurez del hombre y de los pueblos”. Los suecos se hicieron los suecos, así que no se preocupe Becky porque tiene una deuda con Fedor, hay deudas mucho mayores.
Tiene razón en lo que dice,Camarada, hay deudas mucho peores.
Y Hal, aún no me animo a mandar algo a un concurso, ya vio lo que me pasó con el de Atrápalo. Si quedé hasta con la maleta hecha.
En fin, igual creo que debiera leer Crimen y Castigo antes que Fédor vuelva a aparecérseme.
Becky, pero antes tienes que terminar Franny y Zooey, y comentarnos qué te pareció.
Anoche Random me regaló el libro de cuentos de Marcelo Lillo, así que mi orden de lectura va a ser el siguiente: Franny y Zooey, El Fumador y otros relatos y luego Crimen y Castigo. Esto de haber estado enferma me dio muchas ganancias...
¡Salud por Becky! ¡Salud por nosotros! ¡Salud por Olán! ¡Salud por los catedrales!
Salud por santiago, salud por buenos aires, salud por talca paris y londres y torino!!
Estimados señores y por supuesto Becky. Después de dos días me he "mejorado" y lamento que la "sed" me haya jugado nuevamente una de esas....Mi nueva campaña, reparatoria, sin duda, será; "Mis amigos del Perú, siempre sobrio igual que tú" Creo haber salido de ese antro un par de veces en mis cabales ante el enojo unánime de los mozos del lugar, así que estoy dispuesto a hacerlo nuevamente. Eso sí, no cuentan los días festivos ( ¿les parece como a las 8,15 el miércoles?)
Pero en un miércoles feriado...¿sus amigos del perú trabajarán? A no ser que se esté contando con llegar un martes y salir un miércoles con proa rumbo fabiano rossi.
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