El domingo Becky llevó a sus niños al Palacio Cousiño, la gran casa que tenía don Luis Cousiño y su señora Isidora Goyenechea en la calle Dieciocho, y que desde la década del 40 pertenece a la Municipalidad de Santiago. La casa es enorme y está decorada según los gustos afrancesados de sus dueños -ricos empresarios mineros- con mucho mármol, jarrones chinos, oro y enormes pinturas de Monvoisin que dejaron boquiabiertos a mis hijos y a mí sumergida en un estado de ensoñación.
Un simpático guía nos llevó escaleras arriba y abajo, y nos mostró las piezas de los niños (tenían seis hijos), los dormitorios principales, el gran comedor y la sala de música, de baile y de té. A mi hijo mayor lo que más lo impresionó fueron los sillones "indiscretos" con tres asientos para que los novios no estuvieran nunca a solas y a una de mis hijas le encantó la escalera de mármol multicolor. A mí me gustó un mural que está a la subida de la escalera y que por un lado muestra un paisaje parisino y al frente un paisaje de Santiago (según el guía, las dos ciudades favoritas de la familia) y aunque no sé si habrá sido verdad, por un rato envidié esa vida de eternos lujos y viajes, y ese gusto por evitar a toda costa el invierno y sólo vivir entre la primavera y verano de Santiago y París.
3 comentarios:
Becky, eres una chava muy chévere. Ya se hubiera querido don luis cousiño una amante tan graciosa y agraciada y fotogénica como tu.
Es muy dulce su comentario, querido M. Flaubert, pero por favor no vuelva a llamarme "chava", que me parece una palabra de muy mal gusto. Para su información, según la Real Academia Española, chava es sinónimo de muchacha, pero en México, Honduras y Nicaragua, no en Chile. Aquí sólo la usan personas de dudoso gusto y vocabulario rebuscado, que me imagino no es su caso.
Ah, y gracias por lo agraciada (cierto es que a nadie le falta Dios).
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