Escribo y deshago mi tesis. No me acomodan las palabras doctas e insisto en escribir algo que cualquiera pueda entender. Y me quedan párrafos entretenidos, vivos, claros, pero que no sé si son los apropiados para una tesis de magister. Por mi ventana veo árboles gigantes y un sol de invierno que calienta hasta las 6. También veo a mi perro acostado sobre los adoquines, gozando con los rayos del sol.

A veces pasa con ciertos autores que uno adora que dan ganas de compartirlos con los demás. Para poder comentarlos, gozarlos juntos. Pero hay otros que uno siente tan propios que, egoístamente, no quisiera que nadie más leyera. Reconozco que me pasó con Paula Fox. No era tan conocida en Chile y yo la adoraba (la sigo adorando) y sentía que sus libros me pertenecían tanto que nadie más los iba a apreciar como yo. Igual a veces la recomendaba, quizás sin tanto entusiasmo, pero reconozco que era feliz de que nadie más la conociera. Eso sí, con los años empecé a sentir, de a poco, que debía compartirla con los demás. Y bueno, finalmente terminé escribiendo sobre ella y le di bastante notoriedad.
Quizás en unos meses más les recomiende el restaurante peruano que descubrieron mis amigos, cuando ya no sea importante mantener el secreto. Y quizás también recomiende otros autores que me he dejado sólo para mí. Por el momento hablo de lo quiero compartir. Del Rishtedar, de la marcha, de las Beckitas y de algunos libros. Y dejo las otras cosas para una siguiente ocasión.
2 comentarios:
Hay ciertos secretos que se tienen que guardar. Por cierto, el restorán peruano debe ser uno de ellos. tenemos miles más, pero no los ventilaremos en las redes sociales. De eso se trata nuestro clan: de compartir, pero en secreto.
Me gustó eso de compartir, pero en secreto. Como una cofradía. Nos estamos viendo.
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