01 junio 2008

Entre errores ortográficos y falsificaciones

Me escribe mi amiga Camila para preguntarme por el premio Becky Sharp, y le pregunto por qué no concursó. Me dice que escribe mal y que tiene pésima ortografía. Me pide un amigo que le redacte una carta porque teme equivocarse en la redacción y en los acentos, y me suplica que no me ría de su mala ortografía. Me recrimina mi hermana que le da vergüenza escribirme porque "no sabe escribir bien". A todos ellos les pregunto: ¿por qué me tienen miedo? Es cierto que no tolero los errores ortográficos, pero no exijo perfección ortográfica y gramatical a todas las personas, menos a mis amigos y familiares. Es más adoro cuando me llega un mensaje de texto que dice "te hecho de menos" o que mi hija me escriba "mamá presiosa y ermosa" o que una amiga me invite a "almorsar".

Yo misma he cometido por descuido errores terribles (todavía me pena un "tranzar" en vez de transar) y he olvidado acentos y comas. Pero lo que sí me molesta y considero imperdonable es cuando un libro tiene faltas de ortografía o mala redacción, porque detrás de cada libro o impreso hay tiempo, edición, cuidado y revisión.

"Lo mismo que tú sientes cuando lees un libro con faltas de ortografía, me pasa a mí cuando voy a una exposición de pintura y distingo un cuadro falso", me recrimina mi querídisimo amigo J. mientras recorremos la muestra dedicada al pintor Camilo Mori en la Corporación Cultural de Las Condes. "Mira ese cuadro, Becky, ¿tú crees que lo puede haber hecho el maestro Mori?", me pregunta frente a un cuadro paliducho y desdibujado. Y aunque no soy una entendida debo reconocer que el cuadro me parece de una calidad inferior a los otros de la exposición.

J. me sigue mostrando la diferencia entre un cuadro de Mori y uno que parece ser de él, y me habla del daño que se hace cuando un cuadro falso (en este caso eran tres) aparece en una exposición. Para el visitante común el cuadro falso será visto como un cuadro de mala calidad, pero para el entendido sólo hablará de una mala curatoría y una neglicencia imperdonable.

A mí los errores ortográficos y gramaticales sólo me dicen tres cosas: descuido, desidia y falta de respeto a los lectores. A él, una muestra de pintura que incluye copias y falsificaciones sólo le dice ignorancia, daño y maldad. Y así como yo rechazo y dejo de lado esos pobres libros con errores, a él esas exposiciones viciadas no le merecen ni cariño ni compasión, por muy buenos que sean algunos de los cuadros y por mucho que adore al pintor.

1 comentario:

STEPHEN DEDALUS dijo...

Yo debo reconocer poner algún acento demás en palabras como: qué, cómo, sólo, etc, y tener especiales problemas con las conjugaciones terminadas en uvo, y sí, sentir cierto temor ante el juicio de becky que, sin embargo, con lo dicho ahora me deja más tranquilo. Vaya en nuestro descargo el hecho de que la gramática y sintaxis castellana son endiabladamente ssólo baste recordar las clasificaciones copretérito, antepretérito, subjuntivo, suboraciones de participio conjunto subordinadas, etc, etc. Y eso sin ni siquiera hablar del narrador vicario.