27 abril 2008

BLUYINES VIOLADORES, por Diego Lira


“Tu material es limitado, muy limitado. No puedes escribir una
historia de amor, ni siquiera puedes escribir una decente historia de amor.
-Tienes razón, Margie.
-Si un hombre no puede escribir una historia de amor, es un inútil.
-¿Cuántas has escrito tú?
-Yo no pretendo ser escritora. ”


Charles Bukowski, No puedes escribir una historia de amor.

Como Mick Jagger, la gente a mis pies, una especie de dios moderno, sin ética ni misticismo, disponiendo a mi albedrío de lo mío y de otros, por que no. Un joven y bello dictador, un nuevo Papa, un rico heredero aceptado por todos, un nuevo Luís, un Delfín dorado y adorado por la elite, por la plebe. Una constante orgía, permanente delirio.

Cualquier cosa, me salvaría en este minuto, hace rato que sólo veo como mueve la boca, pensar que este martirio lo vivo todos los miércoles de tres a cinco de la tarde. Para mi consuelo, no debe ser mucho más alentador para el. Esa solapa con caspa y su jopo no lo deben ayudar mucho en el departamento de mujeres, pobre viejo, que digo, viejo de mierda y mediocre, que se pudra a pajas, que va, mejor me las hago yo.

Se abre la puerta y se produce un silencio, si eso de verdad es posible, entra la Claudita, la vieja rica del colegio, a dejarle un sobre al mismo viejo simplón. Que ganas de hincarle el diente, sobre todo ahora, me la imagino chascona, con la pintura corrida, toda traspirada con un aire culpable y conmigo arriba de ella, hablándole huevadas de cualquier tipo. No me imagino que conversáramos de sus hijos o de la pega.

- Claudita, mire que rico polvo el de hoy, de verdad que jamás pensé que usted fuera tan fogosa..sabe la próxima vez, si fuera posible, me gustaría que se dejara los zapatos y los anteojos puestos. Perdone por irme tan rápido, pero a esta edad la ansiedad nos juega estas pasadas. La revancha estuvo mucho mejor. Sí, de todas maneras, de eso no hay duda. ¿Quien? Alejandrito, el menor suyo, no le puedo creer Claudita, chiquillo flojo, pero quien no fue así ¿Mi mamá?, bien muchas gracias, parece que este año esta mucho más animada con la gimnasia y esas cosas.

No creo que funcionaría, ni la conversa ni nada, lamentablemente lo práctico mata hasta las fantasías calenturientas de esta puta tarde. Igual la Claudita esta muy rica, vieja de mierda rica. Cresta, hoy estoy de patio, y bien caliente parece, viejo “jopero” y latero termina por favor…!Virgen del Carmen, Reina de Chile salva a tu pueblo que clama a ti¡



Santiago 27 de julio de 1986, Vitacura. 18: 20 Hrs.


El joven esta en el living señora, le contestó Guillermina, la nana de la casa desde la cocina. Al acercarse, sin respirar siquiera, vio como su hijo penetraba sobre su sofá a Lorena, su compañera de colegio desde cuarto básico. Con las piernas temblando, como las de ella , pero de rabia, abandonó el lugar entre los silenciosos jadeos de los púberes amantes.


Santiago, 27 de julio de 1986, Las Condes. 17: 00 Hrs.

Con ese vestido rosado no te va a conocer . Porque no te pones unos pantalones apretados, siempre has tenido buen poto. Lorena escuchaba los consejos de su amiga, segura de como recorrerían su culo de manera tímida. Hoy vería (el) de lo que se había perdido en el colegio. Horas antes, Lorena, se había afeitado delicadamente su sexo en la intimidad de la ducha, confiada que su inexperto amante le dedicaría la mitad del tiempo que ella estaba empleando.



Santiago, 14 de Febrero de 1986, La Florida, 15: 30 hrs.

Marcos, su vecino, a quien Lorena conocía de hace poco a pesar de que vivían en la misma cuadra hace años, la había invitado a salir. Años mayor que ella, Marcos era conocido en el barrio por su físico, muy trabajado, y por sus supuestos atributos amatorios. Gran jugador de fútbol, constante animador de las fiestas del barrio, famoso por sus lindas pololas y sus modales de gran caballero.

Santiago, 14 de Febrero de 1986, La Florida, 19:00 Hrs.

¡ Lorena!, le grito su madre. A donde vas con esos pantalones…no te das cuenta que están demasiado apretados…mira como se te meten en….es decir……

- A si se usan mamá –¡violadores! – grito Lorena riéndose, mientras trataba de bajarlos un poco en la zona de la entrepierna mirándose en el espejo del pequeño baño de su casa.

- Marcos me pasará a buscar en un rato, vamos con sus amigos a comer algo y después a bailar.






Tiempo había pasado que no la veía, desde que me echaron de su colegio, no era nada de malo, pero un colegio inglés para una clase media bien variopinta en el corazón de Providencia, parece, ahora al recordarlo, un poco ridículo. Cuanto negro mecha de clavo en el patio cantando en las mañanas el Good Save The Queen, al compás de la acordeón de la viejita de música, abuela de un compañero de curso. Bien pelotuda la situación, pero raya para la suma, el experimento funcionaba, por lo menos con algunos. En lo personal hubiera hablado inglés perfecto aunque me hubieran puesto a estudiar en una escuelita de San Fernando, la música era mi vida y jamás habría crecido sin saber lo que cantaban mis deidades y menos lo hubiera pronunciado mal o con acento, soy demasiado inseguro para darme ese gusto, hijo pródigo de lo aspiracional de la clase media acomodada.

Me sorprendió verla en la puerta de mi casa, bien delgada y con ese vestido rosado, tipo princesa, que culpablemente reconozco me gustaban.

- Hola Lorena.
- Hola X (Yo)

Sentados en el living, yo con traje y recién duchado – iba a acompañar a mi madre a una inauguración de no se que cosa – al lado de esta ridiculez rubia de rosado hacíamos una pareja de los más Festival de la Una. Por el azar de la vida, mi casa estaba llena de muebles buenos y sobrios. No sé, ahora que lo pienso, si eso le daba un marco más serio a la escena o si ponía el acento macabro que sólo la vida real puede ofrecernos, quizás unos buenos muebles de mimbre y la estufa a parafina con un tarrito de eucalipto hubieran sido mucho más dignos para nosotros.

No miento cuando digo que esta heroína, hoy no puedo pensar en ella con otro término más exacto, la nueva Barbarella que en vez de cuero y afilados perfiles de sus pechos mostraba sus cortas, pero generosas piernas entre vaporosos y trasparentes velos rosados, me atacó antes que le hubiera preguntado como estaba. Me metió la lengua hasta el estómago y me mordió con fuerza los labios. Yo después de la tarde que había tenido, donde lo más honesto que podría haber hecho era haberme hecho pedazo a pajas en el baño, pero en vez de eso fui a clases marcar el paso de mi edad, no estaba para huevadas. Su calentura me dio una seguridad que me era ajena, y sin pensarlo la acosté en el sofá. Le bese el cuello y baje rápidamente a sus pechos, los que mordí de manera obscena, obsesa y egoísta. Siempre nos habíamos besado y manoseado de esa manera, salvaje, infantil y torpe, pero hoy notaba una intensidad que no recordaba en nosotros. Cuando me tomó la mano y me la puso en su entrepierna, no llevaba calzones, estaba completamente depilada y abierta para mí. Mientras la penetraba con mis dedos y la besaba al mismo tiempo sentí su mano en mi sexo, el cual no demoró en sacarlo de mis pantalones e introducirlo entre sus piernas. Frenéticamente la penetré le levante las piernas y en segundos me corrí dentro de ella.



Tan rápido como ocurrió se acabó y nuevamente estábamos sentados en el sofá, despeinados, con los labios hinchados y con nuestra ropa arrugada. Con la cara roja y la respiración agitada. No me acuerdo que pendejada hablamos después, pero le dije que tenía que salir con mi mamá y que si quería nos acompañaba. Se tomó una bebida y después, como buen caballero la acompañe hasta fuera de la casa. Le pregunté por su mamá, que siempre me puso nervioso como me miraba, incluso cuando éramos bien chicos, nos besamos en la mejilla y nos despedimos.



Santiago, 15 de Febrero de 1986. La Florida. 03: 00 hrs.


No fue una noche romántica la de Lorena, nada más lejos de aquello. Regresó a eso de las tres de la mañana, caminando sola por Walker Martínez, con el gusto a alcohol que le dejó la lengua de Marcos, con moretones en las piernas y en los pechos, con mordeduras en los labios, en la espalda, en el poto y en el cuello. Sus calzones no los pudo encontrar y el cierre de sus pantalones, ahora sueltos, estaba destrozado. No se preocupó del dolor que sentía en sus interiores, sino en que Marcos y sus amigos no la hubieran dejado embarazada.


Santiago, 10 de Marzo de 1986. Las Condes.


Recién se habían cambiado, Lorena nunca lo pidió, jamás se quejó siquiera, nunca se lo contó a su madre, pero el silencio que envolvió la casa de la Florida y las evidentes marcas en su cuerpo después de su día de los enamorados no dejaba mucho a la imaginación. La posición de la mamá de Lorena, no era de las mejores, porque su hija no sabía que muchos de los amigos de Marcos habían desfilado por su cama durante estos últimos años, como una rutina de despecho autodestructivo por el marido que la había dejado plantada en una bomba de bencina en Viña hace tres años atrás. Por ello, el cambio de casa le pareció lo más apropiado. En cosa de una semana había arrendado una casita cerca del Almac de Vitacura.



Tan inteligente que me creía, tan asertivo. En menos de treinta minutos, neo Barbarella chilensis que había cagado bien cagado. No debe haber tenido duda que mi pico haría toda la pega. Ahora que lo pienso, ese profundo dialogo de holas en la puerta de la casa había sido lo más inteligente que pensé esa tarde. Bueno, quien a esa edad no cree que el solito basta para encontrarse con una antigua compañera de colegio a poto pelado después de tres años en la puerta de su casa, sin avisar, a las seis de la tarde en pleno invierno y con un vestido rosado.


No conocí a X (Yo) Jr. Sé que existe y que debo mantenerlo y pagar alguna de las cuentas de su madre. No me siento culpable ni víctima, una huevada a esa edad no tiene cabida en el mundo de las responsabilidades de los adultos. Fui (somos X (Yo) - X (Yo) Jr. – Lorena ) una especie de daño colateral en una ecuación pragmática de una niña herida.


Santiago, 27 de Julio de 2008. Providencia 01: 30 hrs.


Apagaba el cigarro en el suelo – nunca los tiro y los dejo prendidos – mientras una ricura de unos diecinueve años con guata al aire y bluyines encajados en la entrepierna me preguntaba si le convidaba un cigarrillo, afuera de un bar con gente de la mitad de mi edad.

- Como le dicen a esos pantalones, violadores? Le dije.
- Si a veces, me contestó riéndose, enredándose los dedos en el pelo.
- No tengo, le dije muy cerca de su cara, mirándola fijamente, pero en el auto deje un paquete.
- Acompáñame esta en el subterráneo.

1 comentario:

HAL8999 dijo...

Hilarante y sorprendente. Extrañísimo cuento (en realidad extracto de algo de mayor extensión). Al mismo tiempo sicológico y social, satírico y reflexivo. Provocativo. La prosa muy desenvuelta, fresca, a ratos virtuosa, penetrante, divertida (ese pobre viejo con su jopo y su caspa). Debo confesar que tuve que leer dos veces más de algun párrafo pues me perdía un poco. El narrador tiene una mente fascinante y, como dijo Becky, peculiar. Me temo que no esté ne sus cabales 100%. Pero ese saltar de lugares, escenas y tiempo me pareció ágil y le brinda a la historia un alcance más amplio, más rico. Desconozco si esta historia tiene una extensión, pero si no la tiene, Diego Lira debe ponerse a ello. Su prosa, aguda y provocativa (y sus lectores actuales y futuros) la merecen.